Especial Chosen [Mai Hitomi]

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Blair

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"Chosen” [Especial]​

- NPC involucrado: ???
- Lugar donde debe ser tomada: Cualquiera
- Sinopsis: Sin saber como o porqué, el Tamer y su Digimon han aparecido repentinamente en el Mundo Real, más específicamente en el área residencial de Hikarigaoka, Japón, en... ¿1995? En definitiva algo extraño está sucediendo, y la única pista para resolver el "misterio" se encuentra en un mensaje que el Tamer tiene en su posesión, el cual le indica cual es su "misión" a cumplir en esa área y fecha. No queda más que resignarse a la explicación de que se trata de una prueba puesta por Yggdrasil, y que al completarla todo volverá a la normalidad. Así que... ¿Serás el "elegido" para cumplir la misión? Al parecer el Tag en tu cuello está resonando con algo...
- Escenario: Hikarigaoka - Japón
- Objetivos:
[1] Encontrar el Digitama de Botamon perdido en el Mundo Real
[2] Detener el combate entre un Greymon y un Parrotmon que ocurrirá esa noche
- Notas:
Quest disponible en modalidad Individual
Para tomar esta Quest el Tamer debe ser Rango Expert y tener un Tag en su posesión.
Para esta Quest el Tamer usará su Digivice básico (en caso de poseer un D-3, este regresará a la versión básica durante la misión)
En esta Quest no está permitido el uso de Armor, Jogress, Cartas, Matrix, Spirit, Digisoul, DigiMemories o DigiXros
El Digivice mantendrá activo el efecto de la "Cura de Babel" en el Tamer y su Digimon, permitiéndoles comunicarse sin que la barrera del idioma los perjudique
El Digimon es visible para las personas, por tanto deben tener mucho cuidado de no causar un alboroto.
La Quest empieza con el Tamer en Hikarigaoka, ya sabiendo los detalles de su misión pero sin saber (o recordar) como llegó ahí en primer lugar. Al final de la misión regresarán al Mundo Digital
De acuerdo a lo que el Tamer "sabe", el Digitama de Botamon crecerá velozmente durante el día hasta convertirse en Greymon en la noche, momento en el que Parrotmon aparecerá para enfrentarlo. Además de detenerlos, deben evitar la mayor cantidad de daños y heridos (humanos) posibles
Es recomendable mantener un bajo perfil, ni civiles ni la policía creerán en una persona que afirme "venir del futuro, estar en compañía de un monstruo parlante y querer detener a un pollo gigante de destruir la ciudad"
En caso que el Digitama haya entrado en contacto con algún humano, deben tener cuidado que esa(s) persona(s) no salgan heridas
En caso de fallida, no se podrá volver a tomar la Quest en un mes
- Recompensa:
85 Puntos o más: Medalla + Emblema (a excepción de Milagros o Destino)
90 Puntos o más: Posibilidad de elegir el emblema de Milagros o Destino


[Memoria] Escrita originalmente en Septiembre 2020
 
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Blair

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La voz lejana de su mejor amigo ocasionó que despertara poco a poco, entre abriendo los ojos para encontrarse con un cielo completamente estrellado; se permitió perderse unos momentos en el panorama antes de girar sus orbes hacia Coronamon, el cual la observaba con cierta combinación entre consternación y curiosidad.

¿Cómo llegamos aquí? – Cuestionó, acercándose más a la humana. El pasto bajo sus pies llamó la atención de la nipona, quien por fin pareció percatarse de la situación en general, "recordando" el motivo por el cual estaba en ese lugar. Se rascó la mejilla, ¿cómo sabía que tenía algo que hacer allí? ¿Cómo habían llegado? Miró hacia todos lados, tratando de ubicarse y parpadeando múltiples veces luego de unos cuantos minutos en silencio. – ¿Mai?
Realmente estamos en Japón. – Soltó por fin, casi quedándose sin aliento. Al león parecieron brillarle los ojos a la par que se trepaba rápidamente a una señalización que tenían cerca. Desde su altura recién conseguida miróhacia todos lados, asombrado por estar viendo el país de procedencia de la pelirroja; respiró hondo, queriendo detectar todos los nuevos olores y registrarlos en su sistema.
¿En qué parte?
Nuestra misión es en Hikarigaoka, supongo que aquí es donde estamos… – Recordó casi con nostalgia la vez anterior que fue enviada al mundo humano de improvisto, momento en el cual había podido hablar con su familia. Esa vez había aparecido en la azotea de un edificio, a diferencia de ahora, que despertó tumbada en el pasto, como si hubiese estado tomando una siesta en ese lugar.
¿A dónde vamos?
No lo sé. – Siguió observando su alrededor tratando de ubicarse, clavando sus ojos en un edificio de departamentos. – Creo haber visto ese edificio en una de las fotografías antiguas de mi papá… – Susurró, alzando una de sus cejas; ahora que lo pensaba, el sitio parecía estar en el pasado. Se sobresaltó cuando vio un policía a la distancia y rápidamente llamó a Coronamon, tras lo que se ocultó, asegurándose de no haber sido vista. El león miró con confusión a su compañera.

¿Por qué nos escondemos?
Me va a cuestionar el por qué estoy fuera de noche. Son pasadas las 4 – informó, mirando la pantalla de su digivice –, no es común que haya gente fuera a estas horas en una zona residencial. Si no sé explicarle, posiblemente me lleven a la estación y eso no nos ayudará en nada. – Terminó de exponer su preocupación, ganándose un asentimiento por parte del león.
Mai. – volvió a llamar el infante, la asiática lo miró rápidamente, percatándose de que el digimon estaba viendo algo en el pecho de ella y a consecuencia, Hitomi bajó la mirada.
¿Uh? No recordaba esto. – Confesó, mirando aquello que brillaba debajo de su ropa, pocos centímetros debajo de donde colgaba su collar de Gungnir. Usó sus dedos para jalar la cadena del artículo "nuevo", sacándolo de donde estaba y mirándolo con cierta curiosidad. – ¿Cuándo me lo puse?
¿Por qué está brillando? – Inquirió el ente digital, evidentemente intrigado en el artilugio que yacía entre los dedos de la humana.
Buena pregunta… – Concedió ella, luego se llevó la mano libre al mentón conforme analizaba con sus ojos el colgante. Le daba una sensación extraña, como una tranquilidad que no sabía explicar y a la vez le "llamaba" a hacer algo más.

¿Pasa algo?
Siento como si…
¿Hm?
No estoy segura de cómo explicarlo… Parece como una calma bastante profunda que se sobrepone con un… ¿Deseo? De seguir adelante. Como si me estuviera instigando a hacer algo más.
¿Uh, a qué te refieres? – Cuestionó el león, subiéndose al hombro de su compañera y mirando directamente el tag, tocándolo con una de sus uñas, como buscando que aquella sensación fuera transmitida también a él a través del taco. Alzó una de sus cejas, luego levantó la cabeza para ver por sobre la humana y le alertó de la presencia de un policía a la distancia; Hitomi se apresuró a movilizarse, pensando en cuál sería el mejor sitio al cual pudiese ir para no llamar la atención. ¿Quizá alguna tienda 24 horas? El problema sería que no podía quedarse allí mucho tiempo sin que el encargado del lugar sospechara algo y llamara a algún oficial.

Miró de nueva cuenta el reloj en la pantalla de su digivice, eran casi las 5. ¿Habría alguna forma de conseguir dinero para poder comprar algo en una de esas tiendas? Si lograba aquello, podría sentarse en las mesas que generalmente estaban en el interior y simplemente ingerir lo que fuera que habría comprado sin levantar muchas sospechas.

¿Qué piensas?
Necesitamos dinero, podría ayudarnos un poco.
¿Cómo lo conseguiremos? – Ella suspiró y se llevó la mano a la nuca, masajeándose la zona.
Lo único que se me ocurre no me agrada, pero no tengo idea de cómo podríamos obtener dinero aquí. – Apuntó a la distancia, había un lote de estacionamiento cerca de uno de los edificios residenciales, allí había varias máquinas que servían para cobrar una "cuota" que permitiera a los dueños de los autos aparcar en la zona por una cantidad determinada de horas. Coronamon movió la cola y fijó sus ojos en aquel aparato mientras escuchaba la explicación de su tamer. Se sintió algo mal, no estaba acostumbrado a hacer cosas ilegales, pero a la vez entendía el punto de su compañera, sería muy extraño que anduvieran por ahí sin siquiera un poco de dinero y lo que tenían con ellos no servía en ese mundo.
Entonces, si la rompo conseguiremos dinero para comer y transportarnos… ¿Cierto?
Básicamente. Solo no la dañes tanto que no tenga reparación. – Le pidió ella, él asintió. Miraron en ambas direcciones para asegurarse de que ningún policía estuviese cerca y Mai extrajo su keychain de la mochila, utilizándolo para materializar la máscara que había usado meses atrás cuando fingía ser Brooke.

¿Por qué la usarás? – Cuestionó el león, ella apuntó hacia la máquina que iban a "atacar" dentro de poco, más específicamente algo sobre ella, lo que claramente era una especie de cámara de vigilancia antigua.
Hay varias cámaras, no son tan avanzadas como las que había antes de que me enviaran al mundo digital, pero de todos modos quisiera evitar que tengan imágenes claras de mi cara.
I should go, then. – Se adelantó el león, recordando la única vez que había estado en el mundo humano, donde únicamente la familia de su tamer pudo verla.
De todos modos… Cuando sea de día puedo ponerme los lentes o algo distinto que no llame tanto la atención como esta máscara, pero por mientras de noche y que no hay tanta gente alrededor, es lo más sencillo y que no me va a impedir ver con normalidad. – El ígneo asintió, observando cómo la asiática se colocaba la máscara de "huesos" sobre su rostro, cubriendo poco más de la mitad del mismo; acto seguido se puso encima el manto, terminando de cubrir su figura y haciendo difícil identificar a simple vista si se trataba de un hombre o una mujer. – Andando.

Hai~ – El león y la humana se movilizaron al mismo tiempo, con Mai manteniendo la cabeza gacha para que ni siquiera la máscara fuera fácil de identificar; la chica saltó una pequeña barda y el león se colgó de la misma para poder subir al tope y dejarse caer al otro lado. En cuestión de minutos ya se encontraban cerca de la máquina que era su objetivo, Coronamon la inspeccionó de cerca, mientras que Hitomi se acercó a la parte trasera de la misma.
Aquí atrás está el depósito.
Coming. – El digital se encaminó hacia la zona marcada por su tamer y tras rodear sus puños con fuego, golpeó varias veces el borde de la máquina, doblando la "puerta" y forzando a que ésta se abriera. – Done. – Jaló el metal cuidadosamente y el dinero fue visible desde el punto de vista de la humana, ya que se trataba de una especie de contenedor. La chica le pasó su mochila al ígneo, el cual la abrió para permitir que la pelirroja dejara caer las monedas en el interior de la misma rápidamente, tomando la mayor cantidad posible antes de salir corriendo de la zona, pues estaban seguros de que alguien podría ir en ese momento hacia ellos a causa de sus acciones.
Andando. – Apuró ella, a lo que el child le contestó con un sonido conforme avanzaban por las calles. Se escabulleron entre callejones y edificios residenciales, hasta que después de unos quince minutos se detuvieron, respirando agitadamente conforme intentaban recuperar el aliento.

¿Cuánto conseguimos? – Cuestionó el de menor altura, buscando con la mirada a su compañera. Sylph se retiró el manto y lo colocó dentro del keychain, tras lo que desabrochó la máscara y repitió el mismo proceso de guardado – finalmente paseó sus ojos por el interior de la mochila, entre el peso y la cantidad de monedas que veía, pudo asumir que era una cantidad considerable.
Suficiente. – Exploró las opciones que aparecían en la pantalla de su keychain hasta que encontró lo que quería; la sudadera con capucha se materializó frente a los ojos de ambos, permitiendo a la asiática colocársela rápidamente. – Andando.
Where are we going?
Te dije que iríamos a una tienda, ¿no? Compremos algo de comer y actuemos naturalmente. – Se hizo una imagen mental del camino que habían tomado hasta ahora, recordando el edificio frente al cual hubieron aparecido originalmente. Una corazonada le decía que, si habían aparecido allí, era porque el digitama estaba cerca – dudaba que quien fuera que los había enviado a ese sitio tuviese planeado que buscaran por todo el lugar hasta dar con el huevo.

El dueto no tardó en encontrar una de las tiendas en cuestión, la pelirroja entró con calma, siendo saludada por la encargada nocturna – Sylph respondió con completa naturalidad en su idioma natal, explorando el sitio con sus ojos para ubicar el sitio al cual quería dirigirse. Acto seguido caminó calmadamente hacia una de las estanterías, tomando un par de paquetes de ramen instantáneo, estaba por dirigirse a elegir una bebida cuando escuchó un golpe escoltado por un grito a su espalda.

¿Uh? – La chica se giró, observando a la encargada del lugar apuntando hacia donde se encontraba Coronamon, su rostro horrorizado, Hitomi abrió los ojos de par en par.
¿Puede verme?
¿Puede verte? – Maldijo rápidamente su descuido, había asumido que nadie podría verlo justo como había ocurrido años atrás en Nueva York. Tomó rápidamente al digimon entre sus brazos y comenzó a correr fuera de la tienda, dirigiéndose nuevamente hacia algún callejón oscuro que no estuviese a simple vista de alguna patrulla policial que ocasionalmente pasase por la zona.

 
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Mai chistó a la par que se retiraba la sudadera y ahora extraía su chamarra, colocándosela encima de la ropa y acto seguido recogió su cabello en una trenza que dejó caer sobre su hombro. Coronamon miraba con curiosidad mientras la humana hacía aquello, cambiando la parte superior de su vestimenta por tercera vez en el poco tiempo que llevaban en el mundo humano.

¿Por qué te cambias?
Me vieron ya con la sudadera y esa chica muy seguramente llamará a alguien, aunque espero que el shock sea tanto como para que no lo haga pronto. – Apretó los puños y se mordió ligeramente el labio interior, definitivamente era más complicada la situación en general si esta vez podían ver a Coronamon. ¿Por qué no había pensado en eso antes? Se había descuidado y mucho. Pensó con cuidado su siguiente movimiento y finalmente optó por abrir uno de los estuches de su cinturón, extrayendo un pequeño aparato de color azul con un lente en uno de sus lados.
¿Me ocultarás?
Creo que es lo más prudente, lo siento. No contaba con que pudieran verte, pensé que sería igual que en Nueva York. – Confesó, mordiéndose el labio ligeramente. Le dedicó una larga mirada a su compañero antes de que éste moviera su cabeza de manera afirmativa.
I'll be here when you need me. – Aseguró, levantando su pulgar y sonriendo ampliamente antes de ser absorbido por el aparato; Mai miró el objeto con calma, sonriéndole apaciblemente tras lo que volvió a guardarlo en su cinturón. No estaba acostumbrada a no tener a Coronamon físicamente con ella en todo momento, pero requería de cierta discreción en esa situación en específico, por lo que tendría que tolerarlo.

Se acomodó la chaqueta, asegurándose de cubrir con la parte inferior de la misma su cinturón multi-usos, ya que los distintos aparatos que traía allí podrían terminar delatándola. Se colocó el gorro y notó cómo una pequeña nube de vaho se formó frente a sus ojos, hasta ese momento no había caído en cuenta de la temperatura; si bien no estaba muy frío como para que fuese insoportable o peligroso, si se exponía constantemente a ese clima sin ninguna protección podría enfermarse. Se colocó la mochila por sobre la chaqueta y finalmente se asomó desde donde se encontraba, asegurándose de que ningún guardia estuviese pasando por allí.

Suspiró audiblemente tras lo que comenzó a caminar nuevamente, mirando su digivice para vislumbrar la hora: casi las 5. Suponía que pronto empezaría a haber más gente por las calles, cosa que le facilitaría la tarea de transitar por la zona sin levantar sospechas innecesarias; se adelantó por una calle aledaña y luego se detuvo para estudiar la zona, alcanzando a ver a la distancia otra tienda de conveniencia. Se movilizó con calma, arribando hacia la misma después de unos diez minutos caminando y repitiendo el proceso de entrar y saludar a quien estaba a cargo. Nuevamente hizo lo propio, eligiendo dos paquetes de ramen instantáneo y posteriormente unas bebidas, además agregó unas golosinas para cuando Coronamon pudiese salir del aparato donde estaba guardado en ese momento. Se acercó a pagar, contando celosamente el dinero antes de sacarlo de la mochila, intentando no hacer demasiado ruido para no evidenciar la cantidad de monedas que tenía desparramadas dentro.

Sonrió, tomó sus cosas y se acercó a una de las pequeñas mesas que estaban en el interior, pegadas a la salida; solamente había dos y eran apenas lo suficientemente grandes para que cada una tuviera a dos personas sentadas frente a frente, aunque estaba segura de que si cada quien tenía algo más que un ramen instantáneo, las cosas no cabrían en la superficie. Dejó la mochila con cuidado en la silla, para luego hacerse con uno de los paquetes de comida, el cual se llevó consigo a una máquina cercana que servía agua caliente; lo llenó hasta donde estaba indicado y volvió a tapar el contenedor para dejar pasar los minutos necesarios para que estuviera listo para comer. Volvió a la mesa y se sentó, dejando un par de palillos sobre la tapa del ramen. Mientras esperaba comenzó a ver los papeles que estaban apilados en un estante cercano, logrando identificar los nombres de algunos periódicos, producto de que su padre los hubiese guardado por alguna nota en específico o simplemente como "recuerdo" de su país natal.

Abrió los ojos un poco más de la cuenta cuando observó la fecha impresa en uno de ellos y se cubrió la boca, obligándose a mantenerse callada a la vez que intentaba ocultar su gesto de asombro y horror combinado. Se mordió el labio inferior ligeramente a la par que su mente se revolvía en un millón de cuestiones distintas, ¿qué maldita suerte era esa? Frunció el ceño, ¿podría hacer algo? Su motivo de estar ahí era distinto, pero… Bajó la mirada, ¿habría siquiera una forma de evitar lo que iba a pasar ese día? Cuestionaba muchas cosas distintas, ponderando si el hecho de que estuviera allí en esa fecha era mera casualidad. Sintió una presión formándose en su pecho, pero al mismo tiempo su lado racional le gritaba que no había forma de hacer que el pasado cambiara, así no era como funcionaban las cosas.

Se palmeó las mejillas con ambas manos, forzándose a recuperar la compostura, tras lo que comenzó a comer el ramen que había comprado. Pensándolo fríamente, si realmente había viajado al pasado y no a una dimensión distinta, los sucesos que ocurrirían en un par de horas le ayudarían y perjudicarían a la vez; habría menos policías en toda la zona debido a que todos se concentrarían en otro sitio, por otro lado, si alguien la detenía por levantar algún tipo de sospecha, seguramente iría directo a alguna estación policiaca sin posibilidad de defenderse o convencerlos de que no debían preocuparse por ella. En poco tiempo, Nerima y todo Tokio se sumiría en una tensión considerable y el hecho de que ella supiera eso, sin posibilidad de decir algo al respecto, le causaba demasiado conflicto.
 
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Mai se movió algo incómoda por las calles, tratando de olvidar la fecha que era e ignorando como podía el reloj que estaba marcado en su digivice; podría hacer algún tipo de escándalo para evitar los sucesos de aquel día, pero estaba consciente de que no debía hacerlo y que tenía otro motivo para estar allí en ese lugar y fecha. Suspiró, indecisa de cómo es que debía empezar su búsqueda del huevo ahora que podía moverse con más tranquilidad por las calles sin alarmar a nadie por su sola presencia.

Tch. – Chistó audiblemente y siguió caminando, tratando de acercarse nuevamente hacia la zona donde inicialmente había aparecido. Se esforzó por buscar un camino alterno, evitando por completo transitar aquel que le llevaba a pasar siquiera remotamente por la máquina que habían dañado hacía poco más de una hora con tal de conseguir algo de dinero.

Vio más gente por todas partes, había una gran variación en edades y atuendos, evidenciando que había desde estudiantes hasta empresarios andando por la acera. La pelirroja se detuvo un momento frente a un anuncio que indicaba la dirección hacia la cual se encontraba la estación de Hikarigaoka, frunciendo los labios en un evidente conflicto interno de querer dirigirse hacia allá. Se mordió el labio inferior ligeramente y sin más continuó su trayecto hacia la zona donde hubo despertado, asegurándose de estudiar sus alrededores detenidamente.

Pasó una hora caminando sin realmente encontrar nada, sintiéndose ligeramente abrumada al no saber a dónde dirigirse o qué hacer en realidad para encontrar el digitama en cuestión, ¿por qué los habían enviado hasta allá sin una forma real de ubicar el digihuevo? Metió las manos a las bolsas de la chaqueta en un intento de mantenerlas calientes conforme seguía caminando, viendo como la gente a su alrededor ni se inmutaba ante ella, parecían estar muy concentrados en su vida diaria. Cuando por fin llegó a la zona donde había despertado se dio cuenta de algo: estaba a relativamente cerca del parque público de Hikarigaoka. Terminó decidiéndose por ir en esa dirección, ya que le parecía más sencillo buscar un huevo en esa zona que en los edificios departamentales que la rodeaban.

Caminó aproximadamente quince minutos hasta que pudo llegar a su destino, sintiendo cómo el frío disminuía poco a poco debido a la hora y que el sol seguía elevándose en las alturas, iluminando cada vez más zonas a su alrededor. Respiró hondo, sintiéndose nostálgica por el olor en general – Japón olía definitivamente muy distinto a Nueva York, el cual hubo sido su último lugar de residencia. Extrañaba lo distinto que era el país asiático, y aunque técnicamente se encontraba en el pasado, sentía como si su país natal no hubiese cambiado mucho a lo largo de los años. Bajó la mirada para ver el ligero bulto hecho al borde de su chaqueta, producto de su cinturón, le daba algo de tristeza que Coronamon tuviera que estar dentro de un aparato y no pudiese apreciar todo lo que la rodeaba a ella en esos instantes.

Se le ocurrió una idea cuasi repentinamente y se detuvo lentamente, girándose hacia un grupo de estudiantes que aparentemente eran de preparatoria. Hizo una ligera reverencia a la par que se disculpaba por molestarlas, el grupo de cuatro chicas se detuvo y saludó de vuelta con calma, sonriéndole apaciblemente a la de cabellos rojos.

Disculpen, mi hermano y yo estuvimos aquí ayer y perdió su juguete. Se trata de un huevo de aproximadamente este tamaño – colocó una mano arriba de la otra, separadas por una distancia considerable entre sí para emular la altura del "juguete"–, dentro tiene un peluche. Fue un regalo de mi madre y él está muy triste porque no hemos dado con él… ¿Lo han visto? – Puso su mejor cara de necesitar ayuda y volvió a hacer una reverencia, disculpándose continuamente por interrumpirlas. El grupo de chicas se miró entre sí y luego negaron con la cabeza.
No, disculpa, pero si lo vemos te lo haremos saber… ¿Dónde podemos encontrarte?
Seguiré aquí hasta encontrarlo o hasta que anochezca, espero que nadie se lo haya llevado… – Fingió estar extremadamente triste y luego suspiró, agradeciendo a las estudiantes por su tiempo. Acto seguido siguió caminando por el parque, fijándose entre los arbustos, detrás de las piedras e incluso alzando la vista para inspeccionar las ramas de los árboles. El tiempo parecía pasar ridículamente lento para ella, que en repetidas ocasiones miró el reloj para verificar la hora actual, sabía que en ese preciso momento un ataque se estaba llevando a cabo en el metro de Tokio y ella lo había dejado ocurrir.

Sacó el aparato donde su compañero digital estaba guardado y lo miró fijamente, como si el contacto visual con aquel lente fuese a hacer que sus pensamientos fueran transmitidos a su amigo y éste le pudiera contestar del mismo modo. Respiró hondo antes de guardar aquella tecnología que era "ajena" a ese mundo y siguió con su búsqueda del digitama.

No pasó demasiado tiempo antes de que empezar a haber mucho más movimiento del "normal" a esas horas, la gente avanzaba con cierto frenetismo por el lugar y con gestos que variaban entre sí, los policías también parecieron avanzar rápidamente a una dirección en específico: la estación de Hikarigaoka. Mai tragó saliva, escuchando palabras al aire, aunque el hecho de que ella supiera sobre el ataque terrorista de ese día por venir del futuro no le hacía necesario que escuchara conversaciones completas para saber lo que estaba pasando. Se movió incómoda entre la gente, continuando con su búsqueda como si no tuviera ni idea de lo que estaba pasando a su alrededor.

Los cuchicheos aumentaron y disminuyeron de a ratos, con la gente evitando quedarse en el parque a causa del ataque que había sido informado como una bomba: ¿habría más? ¿Quién lo había realizado? La tensión e incertidumbre aumentaban conforme regresaban a sus respectivos hogares, intentando ponerse en contacto con los seres queridos que sabían utilizaban el transporte público para moverse a los distintos puntos de Tokio. En su mayoría vio estudiantes, quienes claramente se mostraban preocupados por sus familiares o conocidos; de pronto alguien tocó su hombro, provocando que la de ojos azules saliera de sus pensamientos y dirigiera su atención al causante de aquel contacto.

¿Puedo ayudarte? – Una chica de larga cabellera negra le sonrió amablemente, era una de las estudiantes a quienes les hubo preguntado por el huevo hace no más de una hora, la pelirroja alzó una ceja.
¿No deberías estar en la escuela?
Ehh… Parece que algo ocurrió en Tokio.
¿Uh? – Fingió demencia y parpadeó varias veces, haciendo que la chica se removiera incómoda en su sitio.
Parece que hubo una explosión, o algo así…
¿Cancelaron sus clases?
Nos pidieron volver a nuestras casas, sí.
¿Y por qué no vas a casa?
Vivo sola, mis padres están en el extranjero. Creo que preferiría estar ayudándote a buscar el juguete de tu hermano que encerrada viendo el televisor y ahogándome en malas noticias. Me vendría bien una distracción. – Le sonrió nuevamente, provocando que la pelirroja hiciera lo mismo en respuesta.
Me llamo Mai.
Yui. – La Commander sonrió al escuchar el nombre de la joven y agradeció nuevamente, tras lo que le dio una explicación escueta sobre cómo se veía el huevo, enfocándose más que nada en el tamaño y evitando mencionar mucho sobre colores, ya que desconocía el patrón que tendría ese digitama. Ambas se apartaron y continuaron con la búsqueda, Mai ya pensaría después cómo evitar la situación en caso de que la chica deseara ver el juguete que, supuestamente, yacía en el interior.


 
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El dúo de féminas continuó por lo que pareció ser otra hora, abarcando una parte considerable de la pequeña zona del parque que estaban cubriendo en ese momento; debido al tamaño del mismo sería difícil explorarlo por completo, pero se esforzaban por buscar el "juguete". Mai se estiró y masajeó su espalda ligeramente, evidenciando que comenzaba a cansarle la posición que había estado tomando recientemente durante su intento de encontrar el digitama; Yui se detuvo y llevó la mano a su mentón, buscando luego con la mirada a la chica que acababa de conocer.

¿Mai?
¿Hm? – La de cabellera roja volteó a ver a su acompañante, quien se había acercado hacia ella para exponer lo que yacía dentro de sus pensamientos.
¿Hay alguna otra zona en la que hayan estado del parque por la que podamos buscar? Aquí no parece haber nada. – Agitó las manos sobre su ropa, retirándose algo de polvo de la superficie de la misma. Hitomi se llevó la mano al mentón, pensando rápidamente y asintiendo después, apuntando hacia donde se encontraba la fuente. – Me adelantaré entonces. – Le sonrió tranquilamente, a lo que la de mayor edad le agradeció con una simple palabra; los ojos azules de Mai fueron a dar a la espalda de la azabache, quien caminaba con completa calma hacia el área en cuestión.

Sylph respiró hondo y siguió con la búsqueda en el área auto impuesta, prestando especial atención a todos los arbustos que había a su alrededor. Seguía relativamente cerca de donde había aparecido (una caminata de no más de quince minutos) y en ocasiones enfocaba su atención hacia los edificios en cuestión, preguntándose si debía volver y buscar en las azoteas o esperar a que algún tipo de caos repentino se desatara a causa de la aparición de un ser de otro mundo. Se estiró nuevamente antes de colocar sus brazos entre unos arbustos, moviéndolos hacia lados opuestos para separar las hojas y poder ver "dentro".

Hmm… – Suspiró nuevamente y alejó sus manos del arbusto, quedándose de cuclillas unos momentos conforme seguía repasando la infinidad de posibilidades en su mente. Estaba segura de haber revisado bien el área de los edificios, al menos la que estaba al alcance, ya que no había subido a las azoteas de cada uno; a ello debía sumar el que no podía apoyarse en Coronamon para subir rápidamente a los techos o bien para que éste buscara por su cuenta ya que podían verlo. No podía arriesgarse a hacer un escándalo con un león volador paseándose por allí.

[…]

Yui se había alejado de la pelirroja para investigar por su parte, caminando por el sendero que la llevaría directamente hacia el monumento conocido como Arco de Luz y la fuente que su acompañante le había mencionado. ¿Qué clase de juguete era aquel que su compatriota estaba buscando? Debía admitir que sentía extrema curiosidad por verlo, especialmente considerando que era un huevo de tamaño antinatural, ¿el peluche dentro sería lindo? Sonrió ligeramente al pensar lo que sería tener un hermano pequeño. Aquellas divagaciones se fueron de pronto cuando escuchó el estridente sonido de su teléfono celular. Extrajo el aparato de su mochila, se podía ver una pequeña pantalla y un teclado considerablemente grande que contenía números del 1 al 9; extendió la antena del mismo para poder recibir la llamada y contestó en el momento siguiente, escuchando la voz de una chica del otro lado.

¿Mmm? – La voz de su amiga salió rápidamente, informándole sobre los avances de lo que estaba ocurriendo en el metro de Tokio. La azabache se quedó estática en su sitio, había querido evitar ir a casa para no escuchar las noticias, le parecía desagradable que hubiese gente capaz de hacer ese tipo de cosas. Su atención se fue perdiendo conforme la información aumentaba, "no fue una bomba", "ataque terrorista, "gas sarín". – Disculpa, estoy algo ocupada en este momento. – Se excusó y oprimió un botón para terminar la llamada, sintiendo un mal sabor de boca al estar más consciente de todo lo ocurrido.

Y ella estaba ahí, con una desconocida, buscando un juguete de un niño que ni siquiera había visto.

Guardó el aparato nuevamente y continuó su búsqueda, subiendo las escaleras para acercarse hacia el monumento y la fuente; los arcos se hicieron visibles a la distancia, justo detrás de la estructura decorativa que transportaba agua a la altura del suelo. A pesar de ver el Arco de Luz diariamente, ese día se le antojaba mucho más llamativo o "especial", aunque no sabía muy bien explicar por qué. Siguió subiendo los escalones a paso tranquilo hasta que pudo visualizar el monumento por completo, respirando hondo y observándolo con atención, hasta se le hacía extraño ver el área completamente vacía.

Sus ojos se abrieron un poco más de lo usual al detectar una silueta específica a la distancia, estaba justo debajo de los arcos. Sonrió ampliamente y comenzó a trotar en esa dirección, acercándose lo suficiente para asegurarse de que era lo que estaba buscando; una sensación de alivio y alegría la invadió por completo a la par que se agachaba para tomar el objeto.

[…]

¡Mai! – La voz repentina de la estudiante la sacó de sus cavilaciones, provocando que girara el rostro para verla a la distancia. La de cabellos negros tenía una sonrisa adornando su rostro y los brazos extendidos sobre su cabeza sosteniendo lo que parecía ser el digitama en cuestión; Hitomi sonrió ampliamente y acto seguido se movilizó en su dirección. Su andar fue aumentando de velocidad rápidamente cuando notó una grieta formándose en la parte superior del huevo, lo mismo llamó la atención de la de menor edad, quien alzó el rostro al ver pedazos del cascarón caer frente a sus ojos. Sintió algo moverse en sus manos y la incertidumbre se abrió paso en su cuerpo, ¿el juguete se estaba moviendo por sí solo?

Shit. – La Commander maldijo por lo bajo al mismo tiempo que un Botamon empujaba lo que quedaba de la parte superior del cascarón, haciendo que éste cayera al suelo y la bola felpuda de color negro se asomara desde su posición, cruzando miradas con la chica uniformada.
 
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Los ojos amarillos de la criatura digital se fijaron en los miel de la azabache, quien parecía estar congelada en su posición; no bajaba los brazos, no hablaba, no reaccionaba en lo absoluto. Su gesto pareció ser lo primero en cambiar, llenándose de algo similar al terror antes de llenar sus pulmones de aire, lista para soltarlo a través de un grito que seguramente desgarraría su garganta; no pudo lograr aquello debido a que la pelirroja llegó hasta su posición, parándose frente a ella y colocándole una mano sobre la boca.

No grites, por favor. – Le pidió rápidamente a la par que le suplicaba con ayuda de sus facciones, la otra chica arrugó el entrecejo y apretó los labios. Yui sintió sus brazos temblar ligeramente cuando sintió nuevamente a la criatura moviéndose dentro del cascarón y por reflejo lo soltó, dejando que éste se quebrara al chocar contra el suelo. – Por favor. – Repitió con calma, Botamon parpadeó varias veces y alternó sus ojos entre ambas mujeres. Mai retiró su mano poco a poco cuando se percató de que la azabache no parecía seguir con intenciones de gritar; cuando por fin descubrió su boca enteramente, la chica se apartó un par de pasos de su compatriota.

¿Qué es eso? ¡Dijiste que era un juguete! – Su voz se alzó un poco más de la cuenta y Mai rápidamente movió sus manos en un intento de pedirle que disminuyera el volumen con el que se expresaba, a la par que trataba de calmarla en general, ¿qué se supone que haría ahora? Había estado pensando en la forma de excusarse para no mostrarle el interior del huevo a la estudiante en caso de encontrarlo con su ayuda, pero claramente no esperaba que éste se quebrara a la vista de ella. El nacimiento de Botamon ponía en una situación inmensamente incómoda a la pelirroja, quien ahora repasaba mil cosas en su mente en un intento de venir con alguna excusa.

La mayoría de ellas resultaban inútiles apenas recordaba el año en el que se encontraba, la tecnología no era avanzada como para hacer un juguete tan realista y con inteligencia propia. Se mordió el labio inferior, tomó a Botemon con una de sus manos y con la otra jaló a la azabache de la muñeca, guiándola hacia algún lugar donde sería más complicado que cualquier transeúnte los pudiera observar. La de menor edad trató de resistirse en repetidas ocasiones, pero la fuerza de Hitomi era mayor, aunque Yui no pudo evitar notar que el agarre en su muñeca era cuidadoso justamente para evitar hacerle daño.

¿A dónde me llevas?
Solo quiero que hablemos. – Replicó la Commander rápidamente, eventualmente la uniformada se percató de que la criatura felpuda se había escabullido del agarre de la pelirroja, escalando por su brazo y colocándose sobre su hombro. La veía con sus ojos amarillos bien abiertos y muy fijamente, como si el dejar de verla fuera a hacer que la azabache desapareciera de la faz de la tierra; no pudo evitar sentir curiosidad por aquella criatura. Superado el shock inicial, parecía como un bebé de algún tipo que nunca había visto, no se mostraba violento o peligroso de ninguna forma.

Sylph por fin se detuvo en un callejón detrás de un edificio departamental, el lugar apestaba puesto que ahí había varios contenedores de basura y el sol pegaba únicamente en una parte del muro debido a unos árboles estaban en el camino. Ambas respiraban agitadamente mientras trataban de recuperar el aliento, Botamon finalmente dejó de observar a la de cabellos negros, moviéndose en el hombro de la Commander y amenazando con meterse entre su ropa. Mai no pudo evitar soltar algunas risitas por las cosquillas que le provocaba el movimiento, percatándose finalmente del objetivo de Botamon: tomar con su boca la cadena de la cual colgaba el tag.

¿Hm? – Tiró de la misma, sacándola por completo de debajo de su playera y dejándola a la vista del digimon, el cual automáticamente se metió el tag a la boca. Mai puso una cara de miedo al mismo tiempo que Yui tomaba al peludo entre sus manos, alejándolo del colgante y evitando que se lo comiera.
¿Realmente está vivo? – Su voz salió con clara timidez, Hitomi en ese momento limpiaba la baba del tag con su chamarra.
Sí… Disculpa por meterte en todo esto, no pensé que fuera a salir del huevo tan rápido. – Replicó finalmente, a sabiendas de que a esas alturas no podría mentirle en cuanto a esa parte en específico. Sabía que había información que bajo ninguna circunstancia debía compartir, como que era del futuro, pero algunos datos en específico podría mencionárselos a su acompañante para que ésta se tranquilizara, quizá aceptara al digimon y así evitar que algún policía fuese alertado por su existencia. Estaba segura de que el hecho de que Botamon fuera tan tierno ayudaba a que Yui no tuviera un ataque de histeria repentino.

¿Qué… es? – Preguntó a la par que usaba su dedo índice para aplastar ligeramente lo que sería la mejilla del bebé, Botamon abrió la boca y disparó burbujas hacia la cara de la chica, quien automáticamente comenzó a reírse por la sensación que le provocaba ese "ataque" al chocar contra su piel. Hitomi sonrió ligeramente, olvidando por un momento la situación en la que se encontraba, le era "refrescante" una reacción como la de Yui ante un digimon pequeño e inocente como era Botamon; se esforzó porque su gesto no cambiara al recordar que ese digimon crecería ridículamente rápido durante el día y en la noche debería detener una pelea.

¿Sería bueno permitir que la azabache siguiera en contacto con él?
 
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Yui clavó su mirada en la pelirroja al notar que ésta llevaba varios minutos sin decir nada, no había contestado su pregunta aún y no era algo que a ella se le olvidara fácilmente. De verdad quería saber qué era esa criatura que ahora tenía entre sus manos, le sorprendía de sobremanera que hubiera algo como eso existiendo en el mundo ¿se trataba de un alienígena?

¿Mai? ¿Qué es esto? – Insistió mientras pasaba su pulgar por el pelo de Botamon, la criatura se movió ligeramente, se le figuraba a un gato cuando estaba siendo acariciado. Los ojos de la criatura se cerraron temporalmente mientras sentía el contacto humano sobre su mejilla, parecía disfrutarlo.
Se llama Botamon, es un digimon. – Sinceró, para ese momento ya estaba jalando parte de su blusa para cubrirse la nariz en un intento de disminuir el olor provocado por la basura, definitivamente no había elegido bien el lugar en el que pudiera hablar con la pelinegra.
¿Digimon?
Ummm… Criaturas digitales… Supongo.
¿Supones? – La ceja de ella se elevó a la par que Hitomi se masajeaba la nuca con su mano libre.
Nunca me habían pedido describir lo que era un digimon, no estoy muy segura de cómo explicarlo… De todos modos, ese es un bebé y no te hará daño. – Agregó rápidamente, aunque sabía que Yui ya se había dado cuenta de eso último. La azabache hizo un gesto de desagrado provocado por el olor y contuvo una arcada como pudo, encorvando levemente su cuerpo por la fuerza de la misma.
Vamos a otro lado…
No pueden verlo… – Apuntó al digimon con su mano y la otra ladeó la cabeza.
Pensarán que es un peluche, ese era tu plan conmigo… ¿No?
Eso si puedes mantenerlo quieto hasta que lleguemos a otro lado… Pero no debería involucrarte más – su voz sonó firme de pronto, llamando la atención de la de menor edad –, es peligroso… Ya me ayudaste bastante. – El silencio se extendió entre ambas por unos minutos, Mai tragó saliva sin separar sus ojos de la chica, quien seguía con el bebé en sus manos. – Estarás en peligro si te quedas con nosotros. – Atinó a decir luego de un rato, extendiendo su mano libre para darle a entender que quería "recibir" a Botamon; Yui hizo una mueca, intercalando su mirada entre la criatura y la pelirroja.

Yo creo que fue destino que nos encontráramos. – Soltó de pronto la otra, abrazando a Botamon como si quisiera protegerlo de Hitomi, aunque ésta no planeara hacerle daño.
¿Destino?
Que pidieras ayuda a mi grupo de amigas, que el huevo estuviera en esta ciudad… Que hubiera un ataque terrorista en el metro de Tokio que me obligara a volver a casa mucho más temprano de lo usual y te encontrara de nuevo. – Su voz fue disminuyendo con cada palabra y las últimas parecían susurros debido al volumen de su voz, Mai parpadeó un par de veces, internamente se seguía sintiendo culpable por el hecho de que no había siquiera tratado de intervenir en el ataque. – Es el destino, ¿no crees? – Insistió, luego movió sus manos apenas un poco, provocando que Botamon hiciera un ruido alegre.
No lo sé… No lo había pensado así. – La commander se removió en su sitio, no muy segura de lo que debía hacer ahora, realmente no se esperaba que aquella chica repentinamente se negara a darle al digimon bebé. Esta vez fue Yui quien tomó a la pelirroja de la muñeca, dirigiéndola hacia otro lado lejos del apestoso callejón en el que se encontraban en ese momento; la azabache mantenía un agarre considerable en su compatriota y con su otra mano sostenía contra su cuerpo al pequeño Botamon, asegurándose de tener cuidado y no aplastarlo con mucha fuerza para evitar lastimarlo.

La estudiante las guio de nuevo hacia el parque y luego hacia la calle, esperando en un semáforo antes de reanudar su marcha y cruzar, la abundante vegetación del área pública fue perdiéndose a sus espaldas conforme el par se movilizaba rumbo a los edificios departamentales. Subieron las escaleras de uno rápidamente y la Commander tuvo que seguirle el paso a la otra como le fuera posible, parecía como si la adrenalina le estuviera dando mucha más energía de la que aparentaba tener y casi brincaba cada escalón de dos en dos, obligándola a hacer lo mismo si no quería caerse ya que su muñeca seguía siendo sostenida por la uniformada.

Yui por fin se detuvo frente a una puerta, soltando a Mai en el proceso y bajando la mirada para asegurarse de que Botamon estuviera bien; el digimon parecía algo inquieto, listo para soltarse del agarre y hacer algo – Hitomi tuvo que apurarse a sostenerlo cuando éste saltó librándose del brazo de la de menor edad. La antigua líder de Gungnir sostuvo al pequeño con ambas manos, manteniendo un agarre firme mas no fuerte y con sus ojos buscó rápidamente a la otra, quien extrajo sus llaves y abrió su departamento rápidamente, ingresando al mismo seguida de cerca por la mayor.

¿Segura que está bien…?
Aquí podemos hablar, ¿no? Y no huele mal. – Le sonrió, la tamer asintió, al fondo de su mente aún se paseaba la posibilidad de que Yui saliera lastimada y eso no le agradaba en lo absoluto. ¿Cuándo empezaría el combate? ¿Cómo sería? ¿Qué provocaría la evolución de Botamon? Muchas preguntas se amontonaban en sus pensamientos y cada una era peor que la anterior, sentía que quedarse en ese lugar solo provocaría que Parrotmon atacara el área en sí.
No sé si sea destino, tal vez casualidad… – Comenzó la pelirroja a la par que la azabache cerraba la puerta, permitiendo por fin que el bebé fuera libre y se paseara por el lugar, explorando cada sitio con extrema atención y detalle; Mai no pudo evitar acordarse de Z'ev, el hada digital solía hacer algo similar cuando llegaba a lugares nuevos. – Las cosas se acomodaron para que estuvieras ahí y para que nadie más lo viera… Todo debido a que la gente decidió no permanecer en lugares públicos tras el ataque. – Frunció los labios y desvió la mirada rápidamente, buscando enfocar sus ojos en el bebé que paseaba por ahí.
Yo creo que es algo más que eso… Esto no es algo que pasa todos los días, mucho menos por casualidad. – Sonrió ampliamente, su mirada parecía incluso tener un brillo muy peculiar.
Es peligroso que te quedes con nosotros, mucho más que estemos aquí… Al final del día algo más vendrá, otro digimon… – Apretó los puños con fuerza y enfocó sus ojos en los miel de ella. – Uno grande y peligroso. Debo llevarlo a otro sitio donde nadie esté en riesgo para cuando eso pase.
¿Lo está cazando otro… digimon? ¿Por qué? Es solo un bebé… – Yui hizo un gesto contrariado, cosa que Mai notó inmediatamente.
No lo sé, solamente se me dijo que tenía que buscarlo y estar con él hasta la pelea.
¿Hasta la pelea? ¡Sería mejor que te fueras! ¿No dijiste que era peligroso?
Sí, pero puedo pelear. Un digimon está conmigo y me protege, es mi amigo.
¿Botamon? – Mai negó suavemente con la cabeza y sonrió ligeramente – ¿está contigo en este momento? – Ahora un asentimiento. – ¿Es invisible? – Preguntó al mismo tiempo que miraba en todas direcciones buscando a otro ser como aquel que hubo nacido del huevo prácticamente frente a sus ojos.

No, está oculto justamente porque podían verlo… Él es más grande que Botamon y digamos que ver a un ser desconocido caminando por su cuenta no es algo que se pueda ignorar fácilmente… – Se llevó una de sus manos a la parte trasera de su cabeza y comenzó a reír con cierto nerviosismo, recordando el momento en el cual se había enterado que Coronamon era visible para todos, a diferencia de su "visita" a Nueva York hace años. – Llamaba mucho la atención.
¿Puedo verlo?
¿Uh?
Al digimon que te acompaña, ¿puedo verlo? – Mai se mostró pensativa ante esa pregunta, honestamente extrañaba tener a Coronamon consigo y estaban en un lugar cerrado, por lo que posiblemente no sería terrible el sacarlo del Storing Divice. Por otro lado, sentía que cada minuto que pasaba con la azabache aumentaba la posibilidad de que algo le pasara y eso sería algo que Hitomi no quería permitir. Pensó cómo negarse ante la petición, pero los ojos emocionados de la de menor edad estaban fijos en los propios y Yui ya había dado varios pasos hacia el frente, invadiendo el espacio personal de la Commander y tomando sus manos sin permiso.

Mai sintió un impulso defensivo abrirse paso peligrosamente a través de su cuerpo, no estaba acostumbrada a que alguien se tomara ese tipo de libertad con ella, mucho menos después de la emboscada. Se esforzó enormemente por controlar cualquier tipo de reacción y sonrió nerviosamente, haciendo un movimiento simple que le permitió liberar sus manos. Buscó con la mirada a Botamon, quien estaba mordiendo un zapato y llenándolo de baba en el proceso.

Creo que tiene hambre.
¿Puede comer cualquier cosa?
Coronamon come cualquier cosa. Igual sería mejor darle algo que no sea muy duro.
¿Coronamon? – La chica miró a la de mayor edad, quien finalmente extrajo su Storing Device y permitió que el león saliera de adentro; la pelirroja estaba segura de que el child también estaría hambriento y no sería recomendable que estuviera en ese estado cuando Parrotmon llegara a la ciudad. El león se estiró sin darse cuenta de que estaba siendo observado muy detenidamente por un par de ojos desconocidos, tanto Botamon como Yui estudiaban al recién llegado.
Did you find it? – El ígneo alzó la voz antes de percatarse dónde se encontraba, parpadeando varias veces y fijando sus orbes en su tamer, quien se limitó a sonreír apaciblemente. – ¿Uh?
Me ayudó a encontrar a Botamon. – Sinceró la pelirroja, Coronamon sonrió ampliamente y se giró en torno a la azabache, mostrándole ese gesto alegre que lo caracterizaba. El infante apuntó su propio pecho con su pulgar, presionándolo ligeramente contra su pelaje.
Soy Coronamon, muchas gracias por ayudar a Mai.
Y…Yui. – Tartamudeó entre parpadeos, se encontraba sorprendida a causa de lo bien que podía hablar, no esperaba que aquellas criaturas fuesen capaces de hacer eso. – ¿Botamon será como él?
No es seguro… Hay muchas formas distintas que pueden tomar mientras crecen. Pueden permanecer pequeños o crecer hasta ser más grande que un edificio… Varía mucho entre cada especie. – Coronamon en ese momento se encontraba sosteniendo a Botamon entre sus manos, estudiándolo y sonriéndole amigablemente; estaba por decir algo cuando su estómago gruñó con fuerza.

¿Qué quieres comer? – Indagó la estudiante, Hitomi dejó su mochila en el suelo y extrajo de ésta un paquete de ramen instantáneo y varias golosinas.
Había comprado esto para ambos, pero no pudo comer conmigo porque descubrimos que podían verlo. – Coronamon se adelantó a tomar el paquete de ramen de las manos de su amiga, recordaba perfectamente cómo lo preparaba ella, por lo que no tardó en quitarle la envoltura.
¿Tienes agua caliente?
¿Sabes preparar eso?
Yup~ – Movió su cola de un lado a otro, expectante, la chica tomó un recipiente y lo llenó de agua, tras lo que lo colocó sobre la estufa para permitir que ésta comenzara a hervir. Yui se sentía cada vez más fascinada por la existencia de aquellos seres, sin mencionar que demostraban ser condenadamente inteligentes.
¿Puedo darle eso yo? – La azabache espabiló rápidamente cuando vio a Mai acercándose a Botamon con la golosina, la pelirroja asintió y le alcanzó el alimento a la uniformada, quien se acercó y se puso de cuclillas, extrayendo el dulce por completo del paquete y acercándolo cuidadosamente a Botamon. El digimon lo observó detenidamente con sus inmensos ojos amarillos, luego pareció olfatearlo y finalmente abrió la boca, atrapando la golosina dentro de la misma. – ¿Te gusta? – Preguntó sonriendo ligeramente, el digimon simplemente movió su boca para seguir degustando el dulce.
Parece que lo disfruta.

[…]

Al menos dos horas pasaron de que habían llegado al departamento de la estudiante, Yui había aprovechado lo más posible ese tiempo, inundando con preguntas a la pelirroja quien se esforzaba por contestarlas lo mejor posible. La pelirroja, sin embargo, evitaba preguntas personales que fueran a delatar el hecho de que venía del futuro, por lo que se esforzaba por mantener la conversación centrada en los digimon; aunque a decir verdad no era muy difícil, la azabache se encontraba extremadamente interesada por la existencia de éstos.

¿Entonces puedes cambiar de forma a placer? – La pregunta estaba claramente dirigida al león, el cual en ese momento tenía una paleta en su boca.
Algo así, necesito la ayuda de Mai para lograrlo. Del lazo que tenemos. – Sonrió, acto que fue imitado por la nipona en cuestión. – Pero hay digimon que no tienen compañeros humanos, como Botamon… Ellos evolucionan con el tiempo y mucho entrenamiento, les puede tomar años llegar a la forma máxima que yo alcancé en meses gracias a ella.
¿Años?
Pero sus evoluciones, al ser naturales, son permanentes. Es como si un humano creciera y madurara, ya no puede volver a ser un bebé. Pero como mis evoluciones son influenciadas por Mai, puedo volver a esta forma sin problema… Aunque hemos mejorado tanto con el tiempo, que puedo mantener algunas evoluciones indefinidamente. – Sonrió con orgullo e infló el pecho, Yui no pudo evitar soltar una corta risita ante el actuar del digimon, parecía un niño pequeño.
¿Qué le pasa? – La voz de la azabache cambió rápidamente, denotando preocupación y llamando la atención de los miembros de Gungnir, quienes dirigieron su atención hacia ella y posteriormente al digimon que era el causante del cambio de humor de la japonesa. Botamon tenía los ojos cerrados con mucha fuerza y su cuerpo parecía estar temblando por completo.

¿Botamon? – Mai reaccionó primero, pero se detuvo antes de siquiera acercarse debido a una intensa luz que emanó desde el cuerpo del digimon, cegando por unos momentos a todos los presentes.
Koromon. – Corrigió cuando su cuerpo fue visible de nuevo, ahora era una bola rosada con enormes orejas y sin pelo, Yui soltó un gesto de asombro.
¿Koromon?
Evolucionó.
¿Tan rápido?
 
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La bola rosada comenzó a saltar en su sitio, observando a ambas mujeres con completa naturalidad; Yui estaba que no entendía nada, intercalando su mirada entre Mai, Coronamon y Koromon. ¿Se suponía que los digimon funcionaban de esa manera? Si el león hace poco le había dicho que eso podía tomar años; sus ojos fueron a dar específicamente en el ígneo, percatándose rápidamente de que el gesto de él mostraba tanta confusión como la que ella juraba estar sintiendo en ese momento.

Sabía que sería rápido, pero no estaba preparada para qué tanto…. – Susurró la de cabellos rojos, llamando la atención de la azabache.
¿No es normal?
Para nada. No sin un tamer. – Hitomi miró de medio lado a la otra humana, cuestionándose internamente si ella era "igual" a su persona, ¿quizá aún no se habían percatado? Aunque eso no tenía mucho sentido, creía que eso era lo primero que ocurría, antes de la evolución, la aparición del digivice. Se llevó la mano al mentón y analizó los sucesos de aquel día: estaba segura de que ningún digivice había aparecido desde el nacimiento de Botamon hasta ahora.
Yui, Mai – repetía el digimon conforme seguía saltando en su sitio, sus ojos estaban especialmente clavados en la de menor edad, sonriéndole ampliamente –. Yui Yui.
¿Cómo sabe mi nombre?
Lo debió haber escuchado cuando te presentaste con Coronamon.
¿Ahora qué?

Seguirá creciendo… Por eso es que no quiero que nos quedemos aquí, me preocupa que destruya algo o que atraiga al otro digimon hacia la zona residencial. Podría haber muchos daños y heridos. – Expresó la de mayor edad al tiempo que fijaba sus orbes en la uniformada, Yui se quedó pensativa unos momentos, ¿qué tanto podía crecer como para que la preocupación de su compatriota llegara a ese nivel?
¿Qué tanto pueden crecer?
Yo puedo llegar a medir algo así como diez metros. – Sinceró Coronamon mientras movía su cola juguetonamente, una sonrisa orgullosa apareció en sus facciones, como si el tamaño de Apollomon fuera la mejor cosa del mundo. Mai suspiró ante la actitud de su amigo, ya sabía que él era así, pero en ocasiones se olvidaba de los comentarios "egocéntricos" del child por cosas de ese estilo.
¿DIEZ? – Yui se cubrió la boca con su mano y trató de controlar su gesto mezclado de asombro y terror. – No es tan grande como Gojira, pero igual sería algo… Espantoso de ver si no estás preparado para eso…
¿Gojira? – El león ladeó la cabeza.
Es un monstruo ficticio, también conocido como kaiju, monstruos gigantes… Mide unos cincuenta metros de altura.
That's huge.
Mhm.

Yui – repitió el rosado, el cual finalmente había dejado de saltar; sus ojos estaban fijos en la chica, pero no salían más palabras de él como para poder saber qué era lo que quería o buscaba –. Yui~
¿Pasa algo?
Yui~ – La chica buscó con la mirada a la pelirroja, quien se encogió de hombros al no tener ni idea de lo que quería el bebé.
¿Tendrá hambre? – Indagó la azabache, tomando otra golosina con permiso de la de mayor edad y desenvolviéndola rápidamente, luego la acercó a Koromon, quien la devoró casi al instante. – Creo que sí.
Tiene lógica, creció todavía más… – Meditó la pelirroja a la par que buscaba entre sus cosas, ya no tenía más comida en ese momento.
Yo tengo comida, no te preocupes. – Se adelantó la azabache, Mai asintió un poco apenada.
Te puedo dar el dinero que tenemos, no es mucho, pero para ayudarte por la molestia… Igual no nos servirá luego. – Le dedicó una mirada rápida a Coronamon para evitar que éste dijera la forma en la que habían conseguido dicho dinero y el león simplemente asintió con calma.
¿Por qué me darías tu dinero? – Aquella interrogante de Yui la tomó por sorpresa, ¿qué se supone que debía decirle? Había evitado hasta ahora decirle de dónde venía, pero por un descuido se había metido a ella misma en una situación incómoda.
Por habernos ayudado y para cubrir lo que podamos de la comida que vayas a usar en Koromon en este momento. – Soltó rápidamente.
Pero ¿cómo que no lo necesitarán después? Eres de aquí, ¿no?
No te preocupes. – Su voz se tornó un tanto tajante, internamente esperaba que Yui entendiera el mensaje y no le hiciera más preguntas, no tenía ni idea de qué excusa darle que fuera creíble. Coronamon se adelantó hacia la azabache a la par que jalaba la mochila de Mai, arrastrándola por el suelo y dejándola frente a la dueña del departamento.
Déjanos pagarte tu ayuda con esto, ¿sí? – la chica parpadeó y asintió –, Mai… Se supone que el otro digimon aparecerá en la noche, ¿no? – la pelirroja confirmó con una única palabra, la uniformada intercalaba su atención entre ambos, tratando de adivinar hacia dónde iba el monólogo del ígneo –. Entonces yo creo que podemos quedarnos aquí un poco más de tiempo… Aún es temprano. Ya que esté por anochecer, es cuando deberíamos alejarnos. – Sus ojos se clavaron en la recién conocida. – Será por tu bien el que nos vayamos… Pero agradeceremos infinitamente tu ayuda hasta ese momento.

¿Volverán después de eso? – Coronamon apretó un poquito los labios, pero se recompuso y sonrió.
Seremos amigos por mucho tiempo, Yui. Y nosotros protegemos a nuestros amigos. – Sonó tan convincente como le fue posible y Hitomi se limitó a asentir, evitando inmiscuirse en lo que su amigo decía, especialmente porque ella sabía que el león había evitado contestar directamente la pregunta de la menor debido a que no volverían a verse.
Al menos hasta que llegue a su próxima etapa, supongo que podemos quedarnos aquí. – Concedió la pelirroja luego de un silencio que se prolongó por varios minutos, su mano reposó sobre el hombro de la uniformada. – Después de eso habrá que tener cuidado, ya que definitivamente no será buena idea que evolucione a Greymon aquí dentro.
Así que se lo llevarán a otro lado…
Exacto.
Déjenme ir con ustedes. – Su voz fue firme y su mirada no mostraba ni un atisbo de vacilación, Mai se estremeció un instante.
No es buena idea.
Yo lo encontré, ¿no? Quiero verlo con mis propios ojos. – Se acercó a Sylph y la tomó de las manos nuevamente, sin permiso, acercándose e invadiendo su espacio personal. La antigua líder de Gungnir buscó con la mirada a Coronamon, como pidiéndole ayuda y el león simplemente se acercó al dúo de mujeres con una sonrisa.

I mean, you can't actually stop her. – Soltó, encogiéndose de hombros y ganándose un gesto duro de parte de la Commander. – Parece que es igual de terca que tú, aunque nos vayamos sin ella seguramente nos encontrará… Creo que es mejor que la cuidemos personalmente. – Yui celebró y cargó al child en sus brazos, abrazándolo inmediatamente después, la pelirroja no pudo evitar simplemente suspirar. – ¿No te recuerda a alguien? – El león susurró a su amiga y le sonrió.
¿Hmm?
You're also very stubborn. – Mai se sonrojó ante lo dicho por su amigo, no tenía forma de negar aquella "acusación", era algo muy característico de ella que en ocasiones le había causado problemas con sus amigos e incluso con su pareja. Así era desde antes siquiera de llegar al digimundo.
Por favor, si te pedimos algo hazlo… No quiero que te pase nada. – La pelirroja miró fijamente a la azabache, quien asintió rápidamente y sonrió victoriosa.
 
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Conforme el tiempo pasaba, la estudiante aprovechaba la compañía de los otros dos para hacerles preguntas e indagar un poco más en todo lo que giraba en torno a los digimon: quería entenderlos y conocerlos, le parecía algo fascinante. Eventualmente el grupo entero se sentó a comer, con el child dirigiéndose justo frente al televisor para encenderlo y entretenerse con otra cosa.

No la… – Yui no pudo terminar la oración para cuando el león ya estaba viendo lo primero que apareció en la pantalla, era un noticiero que estaba cubriendo el ataque de hace horas. Había imágenes de distintas estaciones de metro, personas siendo llevadas en camillas, manchas líquidas en el suelo de algunos vagones de metro y unos objetos envueltos en periódico sobre dichas manchas.
¿Qué pasó? – Coronamon parpadeó varias veces, no sabía leer japonés y todo el texto en pantalla se encontraba en dicho idioma. La azabache se acercó a apagar el aparato, el digimon simplemente se llevó el tenedor con algo de carne hacia su boca.
Lo siento, preferiría que no pusiéramos la televisión… El tema no es muy agradable, todo mundo hablaba de eso en la escuela y están enviando correos al respecto. Mis padres también. – Le mostró momentáneamente la pantalla del celular, los mensajes de texto estaban cortados, producto del límite de caracteres tan estricto que había en ese tiempo. El león asintió y luego volteó a ver a la pelirroja, quien se encogió de hombros, tampoco quería hablar del tema.

Okay~ ¿Puedo comer más? Está rico. – El digimon movió la cola de un lado a otro, alegre.
Claro – Yui le sonrió y tomó el plato para ir a servirle más – Mai.
¿Hmm?
¿Tú quieres más?
No, gracias… Por cierto, eso… – Apuntó el teléfono móvil, la azabache lo miró y luego sonrió nerviosa, relativamente acostumbrada a que no fuera algo extremadamente popular o que todo mundo usara.
Ah, mis papás lo compraron en el extranjero y me lo enviaron, dicen que es una forma más sencilla de contactarse conmigo ya que están en otro país. Creo que este modelo no ha llegado acá aún.
Ya veo, con razón no lo reconocía.
¿Tienes uno?
Se dañó. – "Mintió" rápidamente, aunque técnicamente era cierto, su celular dejó de funcionar apenas llegó al digimundo y desde entonces no había vuelto a encender. – Es algo caro repararlos, así que preferí dejarlo así.

Entiendo. Oye Mai, ¿qué es el aparato en el que tenías guardado a Coronamon? – Hitomi parpadeó un par de veces, tras lo que extrajo el Storing Device y se lo mostró; después de que conociera a ambos digimon, suponía que podía enseñarle el dispositivo sin que tuviera que explicarle que era del futuro o algo por el estilo. – ¿Puedes meter cualquier cosa ahí?
No, solo digimon.
Ah, sería genial poder meter cosas ahí. – Automáticamente comenzó a reírse, llamando la atención de Coronamon, quien en ese momento recibía nuevamente el plato de parte de la estudiante. – Aunque eso sería imposible.
¿Imposible? Pero… – Una mirada intensa de Sylph lo hizo detenerse automáticamente, casi atragantándose con la comida y tosiendo en el proceso, debía admitir que se sintió aterrado del regaño visual que estaba recibiendo de parte de su tamer: debía cerrar la boca.
¿Qué decías?
Que, si él existe, cualquier cosa es posible ¿no? – Mai sonrió forzadamente y vio momentáneamente a su compañero digital, el cual asintió intensamente moviendo la cabeza de arriba abajo para que Yui lo viera. La azabache se llevó la mano al mentón y ahora fue ella quien hizo varios movimientos con su cabeza.
Cierto, ¡cierto! – Su emoción y grito fue tan repentino que todos, Koromon incluido, se sobresaltaron. – Aunque serán años para que tecnología así pueda ser posible... Oye Mai, ¿cómo se conocieron?
She just appeared before me~
¿Uh?
Fue al revés… Él simplemente apareció en mi habitación – la chica comenzó a reír nerviosa, seguía habiendo cosas que prefería no decir y se esforzaba porque el león comprendiera, pero el infante estaba haciéndolo bastante difícil, a él le encantaba charlar y "presumir" ese tipo de cosas –. Koromon, ¿todo bien con tu comida? – Yui volteó a ver al rosado cuando escuchó a Mai decir aquello, el de las largas orejas sonreía con manchas de alimento alrededor de su boca y un plato vacío.

¿Quieres más?
¡Yui!
Tomaré eso como un sí. – Se movió para tomar el plato y lo llenó nuevamente de comida, dejándolo en el suelo y quedándose de cuclillas frente a Koromon mientras éste volvía a engullir los alimentos. Los ojos de la chica brillaban con una curiosidad que la pelirroja reconoció con facilidad, era una combinación entre querer saber más y estar ahogada en fascinación por el simple hecho de que "las puertas" a un mundo nuevo habían sido abiertas frente a sus ojos. Mai sabía que ella había reaccionado de una manera muy similar (por no decir igual) cuando llegó al digimundo.

No pudo evitar sentir nostalgia y a la vez decepción, no por su persona, sino porque Yui no conocería eso en su totalidad. Admitía que se sentía mal por el hecho de que la azabache no estaba siendo llamada a aquel mundo, solo estaba conociendo el borde del mismo, sin poder cruzarlo realmente para empaparse con la experiencia totalmente.

Se sentía frustrada por alguien que ni siquiera volvería a ver en la vida.

Respiró hondo y jugueteó con el Storing Device entre sus dedos, debatiéndose mentalmente lo que haría a continuación; era cuestión de tiempo para que Agumon apareciera entre ellos y de ahí, la espera se dirigiría hacia la siguiente etapa evolutiva y la llegada del pájaro gigante; después de eso volvería a su hogar y aquella experiencia sería algo que simplemente guardaría en su memoria.

Mai, ¿me estás escuchando? – Coronamon saltó para subir a las piernas de su compañera, apoyándose en las rodillas de ésta para escalar con más facilidad; la combinación entre la voz del infante y el peso de su cuerpo sobre ella le hicieron espabilar, enfocando su mirada rápidamente en el digimon.
No, disculpa ¿qué decías?
It's happening. – Anunció éste, apuntando con su dedo hacia donde se encontraba la bola rosada siendo sostenida por Yui, nuevamente Koromon temblaba de forma incontrolable y tenía un mal aspecto, mismo que era transmitido de cierta forma al rostro de una preocupada estudiante, quien no quería soltarlo bajo ninguna circunstancia.
Será mejor que lo sueltes, es por tu seguridad.
Pero…
Do it! – Esta vez fue Coronamon quien gritó, lanzándose de vuelta al suelo y corriendo hacia ella, Yui hizo lo comandado por acto reflejo, más por miedo a la cara que había hecho el león que por otra cosa. La bola rosada golpeó el suelo haciendo un ruido sordo y provocando que la azabache se llevara ambas manos a la boca, sintiéndose arrepentida automáticamente por haberlo soltado sin siquiera acercarlo al suelo primero; la luz envolvió el sitio nuevamente, cegando a los presentes y evitando que vieran lo que estaba ocurriendo. Mai apretó la mandíbula al escuchar un crujido, seguido de otro y finalmente un estruendo seguido de algo de vidrio rompiéndose, ¿qué demonios estaba pasando?
 
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Coronamon llamó repetidas veces a la de menor edad sin recibir respuesta, la luz poco a poco iba desapareciendo y la pelirroja se movilizaba hacia donde sabía que su amigo se encontraba debido a la voz. Cuando por fin pudieron ver a su alrededor nuevamente se dieron cuenta en segundos que el Agumon que yacía frente a sus ojos era de un tamaño mayor al que estaban acostumbrados.

Yui gritó al notar que la televisión y parte de la puerta corrediza que llevaba hacia el balcón estaban completamente destruidas, sin mencionar que ahora había un "dinosaurio" en su departamento. Cayó de espaldas al suelo y miró con horror a la criatura, ¿Koromon se había convertido en eso? Ni escuchar las historias de Mai y Coronamon le habían preparado lo suficiente para eso, asumiendo que el digimon tendría más o menos un tamaño similar al del león. El aludido se colocó frente a ella inmediatamente, colocando su cuerpo entre la humana y Agumon, por si acaso éste atacaba por algún motivo.

Hmm… – El recién evolucionado se estiró para olfatear algo en el aire, luego giró su cabeza y quebró lo que quedaba de la puerta corrediza, otro chillido provino de parte de la estudiante.
I got this. – Susurró el de Gungnir, elevando un pulgar y ganándose la atención de la uniformada en cuestión de segundos. – Agumon, ¿nos recuerdas? – Movió los brazos lentamente cuando los ojos del child super desarrollado cayeron sobre él, el león se desplazó apenas un poco, permitiendo que el otro pudiese ver a la azabache que estaba detrás de él. – ¿La recuerdas a ella? Es Yui.
Hmm… – No hubo una respuesta clara, de hecho, no hubo una respuesta en realidad, solo sonidos que no confirmaban ni negaban las sospechas del tipo bestia.
Mai, no sé qué le pasa. – Coronamon retrocedió ligeramente, indicándole a la estudiante que hiciera lo mismo, ella obedeció y comenzó a arrastrarse en el suelo hacia atrás.
Ese digimon no es para nada normal. – Soltó la Commander, perpleja, cada vez le sorprendía más la existencia de ese ser en particular; sus evoluciones eran aceleradas y ahora hasta el tamaño era considerablemente distinto al normal. Podía jurar que aquel digimon estaba apenas más bajo que ella, cosa que definitivamente era extraña en digimon de ese nivel evolutivo. A eso debía sumar el hecho de que no hablaba más que unas palabras, hasta ahora solamente se había limitado a decir su nombre y tras evolucionar a Agumon ya no hacía ni eso. Miró el cielo por la ventana, notando las tonalidades anaranjadas que anunciaban el atardecer y la pronta cercanía de la noche.
¿Qué hacemos? – El león cuestionó a la humana y ésta apenas comenzaba a maquinar un plan a seguir para cuando Agumon volvió a moverse. Su cola terminó de romper el televisor y sus pies rasgaron el suelo considerablemente, los muros también sufrieron algunos daños, pero lo que simplemente cayó como un lego fue la estructura que protegía a cualquiera de caerse desde esa altura: el barandal del balcón fue destrozado por una de las zarpas del digimon.

¡Espera!
¡Agumon!
Shit shit shit shit – Hitomi observó con horror cómo el reptil se abalanzó por el borde, su cuerpo cayó rápidamente producto de la gravedad y un estruendo se escuchó cuando impactó con el suelo. Yui y Mai se asomaron con cuidado, notando el cráter que había ahora en la banqueta y a la vez, cómo varios ojos curiosos y aterrados observaban lo que pasaba.
¡Otro ataque! – Alguien gritó en la calle a la par que Agumon comenzaba a movilizarse, haciendo el suelo vibrar ligeramente con cada paso; automáticamente el pánico se extendió por las calles, la gente corrió despavorida en dirección opuesta a donde el ser digital se dirigía, alejándose lo más posible de aquella cosa que desconocían.
¡Mai!
¡Andando! – El león se colocó al borde del balcón y saltó del mismo apenas observó que la asiática ya tenía su mochila puesta y el digivice en su mano. Otro grito de Yui se escuchó al pensar que el pequeño se lastimaría, pero se asombró al notar que éste volvió a la vista rápidamente y con un cuerpo distinto. Las alas de Firamon se batían constantemente y con sus ojos buscó a su tamer, quien se acercó hacia él y montó en su espalda.
¡Espera! – La azabache se estiró, pero no alcanzó a sostener el cuerpo de su compatriota y por reflejo se aferró al suelo, empujándose a sí misma hacia atrás para evitar caer del balcón.

¡Lo siento! – Se disculpó la de mayor edad y el león hizo lo mismo a la par que emprendía el vuelo, ascendiendo lo más posible para evitar ser visto con facilidad. La commander ni siquiera requirió utilizar los binoculares, era sencillo ubicar al digimon que perseguían debido a los daños que se veían a lo largo de la calle. Había fuego en algunas zonas y humo alzándose desde otras, evidenciando un camino que llamó la atención de la de ojos azules. – ¿Va hacia el parque?
¿Cuál parque?
Cierto, que no estabas conmigo… El parque de Hikarigaoka, allí es donde Yui encontró el huevo.
¿Estará volviendo a donde nació?
No tengo idea de lo que lo motiva. – La joven rebuscó entre sus cosas, extrayendo del cinturón su lector de cartas y de otro compartimiento sacó un pequeño bonche de cartas, separándolas antes de decidirse por una, guardando el resto y manteniendo solamente esa en sus manos. – Quizá esto ayude a que no lo vean tan claramente… – Pasó el naipe y… nada pasó. Su entrecejo se arrugó y la mano que sostenía el aparato se apretó. Nuevamente intentó, pero la pantalla del lector no reaccionó en lo absoluto, parecía como si el aparato estuviese completamente muerto. – What the…
¿Qué sucede?
El lector no funciona. – Se mordió el pulgar luego de guardar ambas cosas y aferró su otra mano al pelaje de su amigo, ¿es que no podría ayudarlo en lo absoluto durante el encuentro? Apretó la mandíbula y siguió con la mirada el camino de destrucción del reptil, el cual seguía avanzando por las calles de Hikarigaoka y creando un completo ataque de pánico colectivo. Quienes no alcanzaron a ver al digimon entraban en crisis automáticamente al ver alguno de los daños, pensando que algún terrorista seguía libre y que ahora, en lugar de limitarse a un ataque químico, estaban utilizando bombas o algo por el estilo.

¡Mai, sostente! – Avisó Firamon a la par que se movía abruptamente hacia un lado, evitando una bola de fuego que la pelirroja no había alcanzado a divisar a tiempo al estar más concentrada en los daños materiales. Hasta ahora parecía que ninguna persona había sido dañada, pero no podía corroborarlo desde su posición en las alturas.
¿Por qué nos ataca?
No lo sé, pero tendré que disminuir la velocidad… – Gruñó, tratando de salir del campo de visión del digimon para que éste no volviera a intentar aquello.

[…]

¡Prometieron que me llevarían! – La de cabellos negros tenía el ceño fruncido y una mueca de disgusto dibujada en sus facciones, en ese momento se encontraba sobre una bicicleta tratando de darle alcance al trío que recién había abandonado su departamento. Su mente era un caos, no entendía nada en lo absoluto, tampoco sabía por qué sentía tanta necesidad de ver aquella situación hasta el final… Simplemente sentía que tenía que hacerlo. Su cuerpo se movía casi por sí mismo, a pesar de que sentía miedo por aquellas criaturas evidentemente peligrosas y avanzadas.

Tenía que seguir.
 
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La pelirroja meditaba lo que podía hacer para ayudar a su compañero, así como el posible motivo por el cual Agumon se estaba comportando de esa manera, ¿cuál era su propósito? Apretó los labios y respiró hondo, encontrarle lógica a un digimon tan "irregular" como ese solamente le causaría dolores de cabeza. Los ojos azules siguieron el camino aparentemente aleatorio del reptil, Firamon trataba de mantenerse fuera de la vista del aludido, pero a la vez se esforzaba por observar sus acciones desde la distancia.

Parece que solo va corriendo por ahí… Pero ya dañó un par de autos con gente dentro. – El alado gruñó por lo bajo, deteniéndose momentáneamente en las alturas para verificar cómo las personas eran sacadas de dichos vehículos. Estaban heridos, pero vivos. – ¿Deberíamos ayudarlos?
Mejor tratemos de hacer que se enfoque en nosotros hasta que lleguemos al parque. Así podríamos evitar que lastime a alguien más, aunque no sea su intención. – Sugirió ella, el león asintió y reanudó su vuelo, comenzando a descender considerablemente cuando estuvieron más cerca de Agumon.
¡Sujétate bien! – Ella revolvió sus manos entre el cabello de su compañero, aferrando sus dedos a las hebras de pelo y afianzando también sus piernas al cuerpo de él con fuerza –, ¿lista?
¡Sí!
Here we go! – Firamon batió sus alas con fuerza y pasó casi a un lado de Agumon, atrayendo la atención del mismo casi al instante; una bola de fuego les pasó por un lado, tan cerca que Hitomi pudo sentir el calor de la misma. El baby flame del child super desarrollado se desvaneció en el aire a varios metros de altitud y otro siguió al primero, fallando nuevamente en su cometido de golpear al adulto. Firamon parecía esforzarse por estar lo suficientemente cerca para atraer su atención, pero no tanto como para que Agumon le pudiera atacar sin tiempo a evadir.

¡El camión! – Alertó la nipona, el adulto se frenó y giró en el sitio donde se encontraba detenido, rugiendo con fuerza para enfocar al otro digimon completamente en él. Los frenos se escucharon abruptamente a su espalda, provocando que Mai afianzara aún más su agarre, como nerviosa al pensar que el vehículo iba a chocar contra ellos. Movió una de sus manos luego de percibir que estaban a salvo, al menos del bus y extrajo su Storing Device; no tardó en encontrar nuevamente la máscara, colocándosela sobre el rostro rápidamente.

Firamon lanzó un Fira Flame desde la gema de su frente, el torrente ígneo chocó contra las varias bolas de fuego disparadas por Agumon y una explosión se expandió frente a ellos al momento que chocaron. El calor se sintió al instante, golpeando la parte descubierta de la cara de Hitomi y también a los transeúntes que trataban de alejarse de la zona; vidrios de varios establecimientos cercanos se quebraron a la par que los gritos aumentaron y el caos a su alrededor pareció ir de moderado a ridículamente alto. Mai pudo escuchar a varios haciendo mención al ataque terrorista de la mañana y su ansiedad fue aumentando de a poco, siendo ocultada únicamente por la máscara.

Hay que alejarnos de esta zona, vamos a lastimar a alguien.
Hai. – La severidad en la voz del león fue perceptible y sus alas se batieron con más intensidad nuevamente, separándose más del suelo con los ojos de Agumon sobre su cuerpo.
¡¿Qué esperas Agumon?! – Le retó la pelirroja a la par que el adulto encendía en llamas sus garras, lo que pareció llamar todavía más la atención del reptil. Otra bola de fuego salió disparada en dirección del alado, el cual evadió con cierta dificultad esta vez al estar enfocado en alejarse del área. El child comenzó a avanzar más rápido, con la mirada fija en el cuerpo del otro ser ígneo al cual atacaba de vez en cuando – saltó sobre un auto estacionado y se impulsó bastante alto, sus fauces rozando por poco las piernas del de Gungnir. El fuego en las garras del león hizo que Agumon gruñera y se soltara rápidamente del agarre.
¡Woah! – Firamon miró cómo el cuerpo del child descendió rápidamente después de provocarle una herida en su extremidad, al aterrizar provocó un cráter considerable en el suelo, mismo que generó otro griterío de parte de las pocas personas que aún se encontraban abandonando la zona.
¿Estás bien?
Yep. Solo me tomó por sorpresa.
Sí, ese salto fue intenso. Sigue derecho por esta calle, empiezo a ver los árboles desde aquí… En el parque debe haber menos gente a esta hora y no hay edificios que podamos dañar. – Instruyó, el alado asintió y voló más rápido, mirando de vez en cuando hacia atrás para asegurarse de que el de menor nivel todavía estuviera detrás de él. Una luz en el cielo llamó la atención de Mai, quien movió la cabeza hacia atrás para que sus ojos pudiesen observar lo que estaba iluminando todo de una manera tan intensa y repentina.

[...]

¡Mai! – Gritó, pero entre toda la gente que hacía lo mismo (aunque emitiendo otras palabras) y corría en dirección opuesta a la que ella pedaleaba, estaba segura de que la pelirroja ni siquiera le había escuchado. Yui se frenó abruptamente cuando un auto de policía se le atravesó en el camino, cayéndose de la bicicleta y raspándose tanto las rodillas como las manos al impactar contra el asfalto. El oficial se acercó rápidamente hacia ella, disculpándose repetidas veces por lo ocurrido y tratando de asegurarse de que estuviera bien, la chica ni siquiera parecía estarle presentando atención.

La estudiante levantó su bicicleta y volvió a pedalear a pesar del dolor, pasando de largo por el lugar y evadiendo las múltiples zonas que estaban en llamas. En ocasiones tuvo que tomar caminos alternos a los que habían sido transitados por Agumon, ya que el suelo estaba demasiado dañado como para que pudiera pasar con normalidad con su bicicleta. La joven apretaba su mandíbula mientras alzaba el rostro de vez en cuando, observando a la distancia al león alado y a la figura humana que yacía sobre éste.

¿Por qué los ataca? ¡Agumon! – Gritó, casi desgarrándose la garganta, pero estaban demasiado lejos como para escucharla. Yui repasaba en su mente el día de inicio a fin, había pasado algo tan extraño que ni siquiera podía creer que habían pasado menos de 24 horas desde que se encontró con la pelirroja. El huevo, Botamon, Koromon y ahora aquella criatura con forma de dinosaurio y un tamaño más grande del que se imaginó – solo fueron horas, pero estaba segura de que al ser digital le había agradado la presencia de Coronamon, Mai y de ella misma. Por eso no lograba comprender el motivo por el cual el child ahora estaba atacando a aquellos que lo habían acompañado desde su nacimiento (como si hubiese sido demasiado tiempo).

La de cabellos negros sentía que se estaba quedando sin aire, las piernas le ardían, sus rodillas estaban en constante dolor y sentía punzadas en las palmas de sus manos. Apretó el agarre contra el manubrio de su vehículo, tratando de ignorar o controlar el dolor que estaba sintiendo para concentrarse en cualquier otra cosa, como sus pensamientos o el subidón de adrenalina que estaba sintiendo. Podía jurar que el corazón estaba por salirse de su pecho, el aire no le llenaba los pulmones, sentía las emociones a flor de piel: era algo que adoraba y le aterraba a la vez.

Frenó nuevamente cuando se topó con una barrera policiaca, misma que le impedía seguir avanzando por la calle que estaba tratando de tomar. Levantó la mirada cuando notó un resplandor repentino iluminando el asfalto, sus ojos se abrieron desmesuradamente al instante que notó "formas" claras de luz en el cielo; se talló los ojos y volvió a mirar en la misma dirección. La luz comenzó a oscurecerse, pero las formas seguían siendo visibles y parecía como si fueran trozos de cristal flotando en el cielo, cerrándose sobre otro "objeto" esférico. Los rectángulos con apariencia cristalina se entrelazaron entre sí y de repente desaparecieron.

¿Un… un huevo? – Murmuró para sí mismo cuando pudo ver más claramente aquello que estaba siendo "protegido" por los rectángulos cristalinos antes de desvanecerse. La figura esférica se separó por la mitad de manera abrupta y otro destello se extendió por los alrededores, una sombra considerablemente grande se pudo distinguir en las alturas y finalmente la luz se desapareció por completo, dejando el cielo de vuelta a la normalidad (sin "formas flotantes") y oscureciendo de nuevo todo a su alrededor. Yui sintió el miedo controlándola y descontrolándola al mismo tiempo, su pulso se aceleró y de pronto sintió la urgencia de moverse de donde se encontraba: tenía que alcanzar al resto.

Sus ojos se enfocaron en aquella sombra que descendía rápidamente y directo sobre el parque de Hikarigaoka, ¿qué demonios era? ¿El otro digimon que Mai había mencionado? Su día se estaba volviendo cada vez más extraño. Miró en varias direcciones, la calle se estaba llenando rápidamente de policías, bomberos y otros tantos trabajadores que se encargaban de dar "primera respuesta" a situaciones de crisis; estaba consciente de que debía apurarse si quería siquiera tener la oportunidad de ingresar al parque antes de que todo fuese cerrado por la policía.
 
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Mai apretó la mandíbula cuando sintió el ardor en una de sus piernas, esta vez Firamon no había alcanzado a esquivar del todo la bola de fuego de Agumon y tanto él como ella ahora tenían una quemada medianamente superficial. La chica se apresuró a golpear la zona con su brazo (cubierto por la chamarra) para ahogar el fuego que estaba formándose ligeramente sobre el pantalón.

Tch. – Se mordió el labio con algo de fuerza, evitando así que una queja más audible fuera escuchada por su compañero. Firamon, sin embargo, estaba al tanto de que la asiática estaba herida y su atención se dividió entre evadir las ofensivas del child y tratar de asegurarse de que la humana estuviera bien, dentro de lo posible. La primera tarea no fue tan complicada luego de que una figura apareció a las alturas, puesto que Agumon rápidamente pareció olvidarse de la existencia del león y la Commander, enfocándose completamente en el pájaro que ahora volaba directamente sobre el parque de Hikarigaoka.

Un graznido se escuchó cuando una bola de fuego voló y chocó directamente en el "casco" metálico del ave, el perfect disparó electricidad rápidamente en la dirección desde la cual había sido atacado, la tierra se quebró por el impacto y el estruendo pudo escucharse a la distancia. Mai chistó nuevamente y miró a Agumon, el cual corría a toda velocidad en dirección al recién llegado; otro par de bolas de fuego salieron disparadas y éstas simplemente volvieron a chocar contra el cuerpo del de mayor nivel, pero hicieron poco o nada de daño.

¿Flaremon o Apollomon? – Cuestionó el león a la humana, quien apretó el digivice en su mano.
Flaremon… Con Apollomon puedes quemar todo a tu alrededor y preferiría evitar esa cantidad de daño al lugar. Tratemos de nivelar el asunto sin llegar a usar esa fuerza.
¿No sería mejor terminar con esto lo más pronto posible?
No a costa de más vidas… – Firamon meditó un momento aquella respuesta, ¿se trataba de lo que había visto en las noticias más temprano? Había algo que su tamer no le estaba diciendo, pero decidió rápidamente que después le cuestionaría sobre el tema, en ese momento debía enfocarse.

El dúo se siguió acercando conforme el pájaro continuaba con sus ofensivas al de menor nivel, el suelo se dañaba cada vez más y el pájaro no se inmutaba en atacarlos también a ellos, con Firamon evadiendo como fuera posible y descendiendo entre los árboles a una distancia prudente. Mai descendió del cuerpo de su amigo y miró en dirección a donde el gran pájaro se encontraba, aleteando agresivamente y enviando fuertes corrientes de viento en distintas direcciones, revolviendo violentamente las copas de los árboles y elevando tierra a su alrededor.

Otro graznido y un nuevo estruendo se dejaron escuchar cuando el pájaro voló a toda velocidad en línea recta, golpeando el cuerpo del child superdesarrollado y lanzándolo contra un montón de árboles, los troncos se partieron como si de palillos se tratasen y el reptil gruñó con fuerza.

¡Agumon! – El grito de Yui alertó a la Commander y al león, quienes comenzaron a correr en dirección a la recién llegada; la chica bajó de la bicicleta y amagó con acercarse hacia el child, pero su andar fue interrumpido por el ígneo, quien atravesó su cuerpo para obligarla a detenerse. – ¡Está herido!
¡Y tú también lo estarás si no tienes cuidado!
¡Firamon! – El alado movió la cabeza para ver cómo Parrotmon se acercaba a ellos peligrosamente rápido, el cuadrúpedo empujó con su cabeza a la estudiante y en el instante después fue embestido por el pájaro gigante. Las garras del de mayor nivel apresaban al león al suelo, mientras éste buscaba acomodarse de forma que le permitiera ver al pájaro directamente, ya que su cuerpo estaba "atrapado" sobre su costado.

Yui sentía las piernas temblarle como gelatina, no lograba ponerse de pie nuevamente luego de aquello, el aire finalmente se escapó de sus pulmones y el miedo la invadió casi completamente, ¿en qué había estado pensando? Sus ojos se enfocaron en su compatriota, quien no parecía ni inmutarse ante la presencia del pájaro gigante, ¿tan normal era para ella ver criaturas de ese tipo? ¿Siquiera era de ese mundo?

¡Firamon!
¡Estoy bien! – Gruñó éste, esforzándose por librarse del agarre de Parrotmon, sentía el aire abandonando su cuerpo y el dolor esparciéndose por el área que estaba siendo presionada por la pata del de mayor nivel.
Mai, hay que salir de aquí, yo… – Su voz era apenas audible por todo el alboroto de alrededor, el aire que seguía moviendo violentamente los árboles, los graznidos de Parrotmon, los gruñidos de Firamon. La azabache sentía su corazón palpitando demasiado fuerte y su respiración era irregular, le costaba concentrarse y seguía tumbada en el suelo desde la "embestida" de Firamon, sus piernas no le contestaban como quisiera que lo hicieran.
No voy a dejarlo, tú vete a un lugar donde estés a salvo. – Los ojos azules se clavaron intensamente sobre los de la estudiante, quien sintió un escalofrío recorrer su cuerpo entero, ¿quién era esa chica y de dónde había salido? Deseó internamente poder tener la seguridad que demostraba la antigua líder de Gungnir, quien no parecía temer por su vida a pesar de la situación en la que estaban. Buscó con los ojos a aquella criatura que Mai había estado buscando y observando todo el día, ¿él era la clave de eso? Agumon yacía tumbado en el suelo con troncos y tierra sobre su cuerpo, inmóvil.

Agumon. – Se arrastró hacia él, temblorosa y asustada, tomando en el proceso una rama con la cual comenzó a picar suavemente la pierna del reptil. – Agumon, tú eres la clave de esto… ¿No? Despierta. – Mantenía su cuerpo lo más pegado al suelo posible, tratando de evitar llamar la atención del digimon enemigo. Su brazo se movía apenas un poco, lo suficiente para poder seguir impulsando la rama contra Agumon.
¡Mai! – El rugido intenso de Firamon alertó a Yui, quien observó a Parrotmon presionando más fuerte al león, una ventisca repentina había lanzado a Hitomi hacia atrás, alejándola de donde estaba y provocando que soltara su digivice. – ¡Agh!
¡AGUMON! – La desesperación se acumulaba en su cuerpo rápidamente, las sirenas lejanas y los gritos aún vivos de lo que había ocurrido minutos atrás, causa del reptil y su "arranque" de irse cuasi desesperadamente hacia el parque. Era como si algo lo estuviera llamando hacia aquel lugar, como a ella le hubo ocurrido cuando, sin pensarlo, siguió al grupo hasta allá.
¡AGH! – Otra queja del león, el cual seguía intentando librarse y ahora se encontraba notablemente herido, sus movimientos eran más débiles que al inicio y eso, incluso una novata como Yui, podía notarlo.
¡AGUMON, DESPIERTA! – Repitió con intensidad, sintiendo su garganta arder al mismo tiempo que gritaba; lanzó la rama con la poca fuerza que tenía y vio como ésta golpeó uno de los brazos del child, casi automáticamente los ojos verdes del reptil se hicieron visibles. Su cuerpo se iluminó y Yui se cubrió los ojos debido a la luz tan intensa que era desprendida por el child, la anatomía de Agumon mutó en segundos y para cuando la azabache dejó de cubrirse el rostro, se encontraba literalmente entre los pies de Greymon. Su cuerpo entero volvió a estremecerse al ver a la inmensa criatura irguiéndose sobre ella.
¡Firamon! – Mai gritó a todo pulmón a la par que su digivice brillaba, le había tomado tiempo encontrarlo entre aquel desastre, pero apenas lo logró retomó el plan original. El cuerpo del león también se rodeó en la ya conocida luz de la evolución, cambiando poco a poco debajo de la garra de Parrotmon.

¡Mega flame! – La bola de fuego salió disparada contra el ave, el cual se quejó cuando ésta chocó contra su cuerpo, empujándolo ligeramente hacia atrás y permitiendo que el recién evolucionado Flaremon impulsara sus brazos hacia el frente, terminando de retirarse la pata de su homólogo en nivel de encima. Parrotmon batió sus alas con fuerza, desestabilizando al león y evitando que se pusiera de pie, al mismo tiempo lanzó un rayo en contra de Greymon, el cual se encorvó ligeramente para proteger con su cabeza y brazos a la humana que yacía en el suelo debajo de él.
¿Agu…mon? – Yui apenas recuperaba el aliento, el humo se esparció rápidamente y pudo escuchar un sonido ronco que provino de la garganta del dinosaurio que la estaba protegiendo. Greymon volvió a alzar la cabeza para disparar bolas de fuego por segunda vez, acto seguido comenzó a correr, dejando a la azabache atrás. La humana veía con asombro la figura prehistórica que se movilizaba con extrema agilidad en línea recta, una bola de fuego chocó con otro ataque eléctrico y Greymon no dudó en alzar un muro de fuego frente a sí cuando un rayo atentó con ir en contra de la estudiante. Deshizo la defensa rápidamente y continuó su carrera, su cuerno se rodeó en llamas conforme avanzaba.

Flaremon disparó un Gurenjūouha desde su posición, la ola de fuego que asemejaba un león chocó fuertemente contra Parrotmon, el cual alzó el vuelo rápidamente en un intento de alejarse de la situación en la que estaba metido; sin embargo, Greymon lo alcanzó apenas a tiempo, embistiéndolo con su cabeza y sosteniéndolo con sus garras para mantenerlo cerca del suelo. Mai miró en varias direcciones, un incendio comenzaba a esparcirse entre los árboles y tanto Yui como ella estarían en peligro si no se movían pronto.

¡Yui, hacia la fuente! – Instruyó desde la distancia conforme ella se movía en dirección a la uniformada, el humo pronto sería un problema si se quedaban ahí; la fuente que se encontraba inmediatamente frente al Monumento Arco de Luz les proporcionaría algo de altura y un entorno libre de árboles en llamas. La estudiante asintió torpemente y comenzó a moverse, tropezándose casi inmediatamente después, su cuerpo seguía no haciéndole caso a causa del miedo que sentía. Mai, mientras tanto, se colocaba su Sound Linker en el oído y de vez en vez trataba de observar la pelea: el pájaro se esforzaba por alejarse del suelo, batiendo sus alas y disparando ataques eléctricos, pero no podía cargar con el peso de Greymon y Flaremon, ambos se aferraban con todas sus fuerzas a las patas del ave.
¿Estarán bien? – Yui miró de medio lado a Mai, quien en ese momento estaba casi arrastrándola del brazo para hacerla moverse hacia el sitio donde estarían a salvo.
Confía. Todo saldrá bien. – Subieron las escaleras con ciertas dificultades y los ojos de ambas fueron a dar hacia el trío de digimon; Parrotmon aterrizó abruptamente sobre ambos digimon, pero el león utilizó rápidamente su Seisei no Houkou para aturdir momentáneamente al alado. El momento fue aprovechado por ambos digimon de fuego, quienes se libraron de las garras del "invasor" para volver a arremeter contra él; Greymon lo golpeó con su cola y acto seguido volvió a embestirlo con su cuerno rodeado en llamas, desde el otro lado Flaremon realizó una serie de golpes y patadas con sus extremidades encendidas en fuego.

Parrotmon cayó al suelo duramente, pero disparó otro ataque eléctrico que dio de lleno en ambos digimon, quienes igualmente trastabillaron y se tumbaron. El fuego a su alrededor seguía extendiéndose a una velocidad peligrosa, pero los bomberos (que ya habían llegado) no se acercaban a causa de los monstruos enormes que peleaban en el parque. Mai colocó el gorro de su chamarra sobre su cabello, buscando ocultar su identidad lo más posible, al menos la máscara protegía la mayor parte de su rostro.

Yui, escúchame… Cuando todo esto termine, tendrás que fingir que estabas en el parque cuando la pelea inició. No puedes decirle a nadie que interactuaste con uno de estos monstruos todo el día. No te van a creer o te van a encerrar en algún lado. – Su voz era bastante seria, la estudiante le dedicó una mirada consternada.
¿Qué pasará con ustedes? – Mai le sonrió tranquilamente con la boca cerrada, los labios encorvados de la mayor parecieron transmitirle una calma inesperada a la estudiante.
Estaremos bien… Volveremos al lugar de donde vinimos. – Desvió la mirada de vuelta a los tres digimon y colocó su mano sobre el Sound Linker, permitiéndole amortiguar un tanto el sonido del exterior para concentrarse en aquel aparato. – Tendremos que terminarlo con Apollomon. Hay demasiada gente cerca por el incendio, será mejor apartarnos tan pronto sea posible antes de que la pelea se nos vaya de las manos, no quiero a Greymon y Parrotmon paseándose por la ciudad.
¡Hai! – El digivice de la chica se iluminó nuevamente para asombro de la de menor edad, quien miró cómo un cuerpo enorme se irguió a la distancia, Apollomon observó cómo Parrotmon se alejó del suelo, pero no dudó en disparar flechas ígneas en su dirección, dándole en el ala y provocando que cayera nuevamente. El suelo tembló bajo sus pies, polvo se elevó en todas direcciones y el humo se alzaba rápidamente, invadiendo gran parte del entorno sin dificultades aparentes; la coloración anaranjada se adueñaba del lugar.
Acaba con esto para que los bomberos puedan evitar que el parque sea destruido por el fuego. – Instruyó la Commander por el aparato a su compañero, el cual movió su brazo hacia atrás en una pose que evidenciaba que atacaría con un puño. El fuego rodeó su brazo y se iluminó rápidamente, las llamas se intensificaban con el pasar de los segundos y Yui sentía una combinación intensa de cosas en su interior. La seriedad y firmeza en las palabras de Mai era algo que ella no había presenciado en otra persona jamás, además veía a Greymon no rendirse a pesar de que claramente era más débil que el resto.

Son asombrosos… Y aterradores. – Greymon se abalanzó contra el pájaro cuando éste atentó con alzar el vuelo nuevamente, mordiendo sus alas y encajando las garras de sus patas en los costados del ave, Parrotmon no se quedó quieto e igualmente clavó sus garras en el cuerpo del dinosaurio, quien rugió fuertemente a causa del dolor.
¡Phoebus blow! – El ultimate rugió a la par que disparaba uno de sus ataques más potentes, el puñetazo dio de lleno en el ave cuando el cuerpo de Greymon se desvaneció en datos a causa de los daños provocados por el ave. Un último graznido se escuchó a la par que una explosión estallaba, generando una onda expansiva que pareció avivar aún más el incendio en los árboles del parque. Yui y Mai tuvieron que tumbarse en el suelo, a pesar de la distancia a la que se encontraban pudieron sentir con intensidad la onda expansiva; el agua de la fuente salió disparada en varias direcciones y el calor fue perceptible para las únicas humanas presentes.

Yui alzó la cabeza luego de unos minutos, solamente escuchaba sirenas a su alrededor. Miró a su lado y se encontró con que no había nadie, buscó entonces al trío de digimon que habían estado peleando hasta ahora, pero solamente se encontró con los árboles del parque en llamas y cráteres en el suelo; la destrucción era real, pero ¿dónde estaban aquellas criaturas y la humana con la que había compartido gran parte del día? Sintió cómo algunas lágrimas se escapaban sin permiso de sus ojos, deslizándose por sus mejillas y terminando en el suelo. A pesar del miedo aún no quería que ese día terminara, pero algo en su pecho le decía que su corta aventura con los digimon había llegado a su fin.
 
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El ruido a su alrededor no disminuyó en lo absoluto y, de hecho, pareció volverse más caótico. Voces se sumaron y mezclaron a su alrededor, vio distintos uniformes y luces que alumbraron su cara, cegándola momentánea y esporádicamente. Parpadeó, estaba confundida y llena de manchas de tierra o humo, además de sangre seca en varias partes de su cuerpo. Las voces de los paramédicos y bomberos estaban de fondo, sentía como si estuviera ajena a su cuerpo y todo pasara a su alrededor sin que se diera cuenta.

¿Estás bien?
¿Estuviste aquí todo el tiempo?
¿Sabes algo?
Debemos sacarte, el incendio está tomando fuerza. – Alguno de todos los recién llegados le colocó una sábana encima e inmediatamente después apretó ligeramente sus hombros, ayudándola a ponerse de pie. Yui no contestó a ninguna de las preguntas, sus ojos seguían fijos en la última zona donde había visto a los digimon.
Creo que está en shock.
Sácala de aquí.



"Otro ataque terrorista fue llevado a cabo durante la noche del día de ayer… Esta vez en el Parque de Hikarigaoka, donde se cree estallaron dos bombas. Los culpables aún no han sido atrapados, pero las autoridades se encuentran trabajando arduamente para dar con los perpetradores."

"Hay menos de diez heridos tras el ataque, todos se encuentran en condición estable."

"Las clases han sido suspendidas por toda la próxima semana, se pide a todos los estudiantes que sean cuidadosos y permanezcan en sus casas conforme la situación se normaliza."

"El parque de Hikarigaoka se encuentra cerrado al público conforme las investigaciones siguen su curso, los daños serán reparados después de que las autoridades lo permitan."



La azabache veía el televisor con aires apagados, las noticias eran lo único que le confirmaban en ese momento que todo había ocurrido realmente. Eso y el aparato que había aparecido después de que los tres digimon y Mai se desvanecieran de la faz de la tierra; aquella cosa no respondía, era como si no tuviera batería, pero no encontraba la forma de cargarlo. El aparato era igual al que había visto en manos de Hitomi, aunque la coloración era mucho más oscura, dando la impresión de que se trataba de una piedra tallada con mucho detalle ¿qué tipo de tecnología era esa? Y más importante, ¿por qué no hacía nada en particular? Suspiró audiblemente y estiró sus brazos, recostándose boca abajo en el sillón y abrazando el digivice (cuyo nombre desconocía) contra su pecho.

– Discúlpame por estar tan aterrada de ti… Me protegiste, aunque no podía ni verte sin tener miedo. – Cerró los ojos con fuerza y repasó nuevamente todo lo ocurrido, cuestionándose dónde estaban aquellos que había conocido ese día tan peculiar. ¿Los volvería a ver alguna vez?

Yui

Una voz lejana y apenas audible la hizo abrir los ojos de golpe, impulsó su cuerpo cual resorte, sentándose en un solo movimiento sobre el sofá. Estaba casi segura de que reconocía esa voz, ¿de dónde había venido?

[…]

Amigo, ¿estás bien? – Mai movía ligeramente a Coronamon, quien estaba tumbado en el suelo a un lado de dos digitama. El child poco a poco giró su cuerpo, acostándose en su espalda y abriendo los ojos lentamente, encontrándose con los azules de su tamer.
¿Dónde estamos?
De regreso en casa. – Le sonrió tranquilamente, el ya conocido olor del mar invadía las fosas nasales de la antigua líder de Gungnir y el sonido de las olas golpeando con las rocas fue lo que hizo que Coronamon confirmara donde estaban. Fue sentándose lentamente, observando el mar y luego girando el rostro para ver el camino de madera que conectaba aquella zona con el área donde yacía la cabaña del gremio.
¿Cómo llegamos?
No tengo idea, ¿seguro que estás bien?
Solo estoy cansado. – Volvió a cerrar los ojos, permitiendo que el viento golpeara su rostro. Un destello llamó su atención entre la oscuridad, por lo que volvió a separar sus párpados para encontrarse con el gesto sorprendido e iluminado de la Commander; Mai sostenía entre sus manos el tag, aquel objeto era el culpable del brillo repentino.
¿Qué es…? – No terminó la pregunta para cuando la luz disminuyó, permitiéndole ver cómo ahora el frente del colgante no se encontraba vacío. Pudo ver un símbolo que tenía ciertas semejanzas a un infinito, pero éste no se encontraba conectado del todo, alzó una de sus cejas y luego buscó con la mirada a su amigo, girando el tag para que él también pudiera verlo; Coronamon abrió los ojos con sorpresa, ¿eso de dónde había salido?
 
Estado
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