Yui clavó su mirada en la pelirroja al notar que ésta llevaba varios minutos sin decir nada, no había contestado su pregunta aún y no era algo que a ella se le olvidara fácilmente. De verdad quería saber qué era esa criatura que ahora tenía entre sus manos, le sorprendía de sobremanera que hubiera algo como eso existiendo en el mundo ¿se trataba de un alienígena?
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¿Mai? ¿Qué es esto? – Insistió mientras pasaba su pulgar por el pelo de Botamon, la criatura se movió ligeramente, se le figuraba a un gato cuando estaba siendo acariciado. Los ojos de la criatura se cerraron temporalmente mientras sentía el contacto humano sobre su mejilla, parecía disfrutarlo.
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Se llama Botamon, es un digimon. – Sinceró, para ese momento ya estaba jalando parte de su blusa para cubrirse la nariz en un intento de disminuir el olor provocado por la basura, definitivamente no había elegido bien el lugar en el que pudiera hablar con la pelinegra.
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¿Digimon?
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Ummm… Criaturas digitales… Supongo.
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¿Supones? – La ceja de ella se elevó a la par que Hitomi se masajeaba la nuca con su mano libre.
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Nunca me habían pedido describir lo que era un digimon, no estoy muy segura de cómo explicarlo… De todos modos, ese es un bebé y no te hará daño. – Agregó rápidamente, aunque sabía que Yui ya se había dado cuenta de eso último. La azabache hizo un gesto de desagrado provocado por el olor y contuvo una arcada como pudo, encorvando levemente su cuerpo por la fuerza de la misma.
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Vamos a otro lado…
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No pueden verlo… – Apuntó al digimon con su mano y la otra ladeó la cabeza.
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Pensarán que es un peluche, ese era tu plan conmigo… ¿No?
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Eso si puedes mantenerlo quieto hasta que lleguemos a otro lado… Pero no debería involucrarte más – su voz sonó firme de pronto, llamando la atención de la de menor edad –
, es peligroso… Ya me ayudaste bastante. – El silencio se extendió entre ambas por unos minutos, Mai tragó saliva sin separar sus ojos de la chica, quien seguía con el bebé en sus manos. –
Estarás en peligro si te quedas con nosotros. – Atinó a decir luego de un rato, extendiendo su mano libre para darle a entender que quería "recibir" a Botamon; Yui hizo una mueca, intercalando su mirada entre la criatura y la pelirroja.
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Yo creo que fue destino que nos encontráramos. – Soltó de pronto la otra, abrazando a Botamon como si quisiera protegerlo de Hitomi, aunque ésta no planeara hacerle daño.
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¿Destino?
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Que pidieras ayuda a mi grupo de amigas, que el huevo estuviera en esta ciudad… Que hubiera un ataque terrorista en el metro de Tokio que me obligara a volver a casa mucho más temprano de lo usual y te encontrara de nuevo. – Su voz fue disminuyendo con cada palabra y las últimas parecían susurros debido al volumen de su voz, Mai parpadeó un par de veces, internamente se seguía sintiendo culpable por el hecho de que no había siquiera tratado de intervenir en el ataque. –
Es el destino, ¿no crees? – Insistió, luego movió sus manos apenas un poco, provocando que Botamon hiciera un ruido alegre.
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No lo sé… No lo había pensado así. – La commander se removió en su sitio, no muy segura de lo que debía hacer ahora, realmente no se esperaba que aquella chica repentinamente se negara a darle al digimon bebé. Esta vez fue Yui quien tomó a la pelirroja de la muñeca, dirigiéndola hacia otro lado lejos del apestoso callejón en el que se encontraban en ese momento; la azabache mantenía un agarre considerable en su compatriota y con su otra mano sostenía contra su cuerpo al pequeño Botamon, asegurándose de tener cuidado y no aplastarlo con mucha fuerza para evitar lastimarlo.
La estudiante las guio de nuevo hacia el parque y luego hacia la calle, esperando en un semáforo antes de reanudar su marcha y cruzar, la abundante vegetación del área pública fue perdiéndose a sus espaldas conforme el par se movilizaba rumbo a los edificios departamentales. Subieron las escaleras de uno rápidamente y la Commander tuvo que seguirle el paso a la otra como le fuera posible, parecía como si la adrenalina le estuviera dando mucha más energía de la que aparentaba tener y casi brincaba cada escalón de dos en dos, obligándola a hacer lo mismo si no quería caerse ya que su muñeca seguía siendo sostenida por la uniformada.
Yui por fin se detuvo frente a una puerta, soltando a Mai en el proceso y bajando la mirada para asegurarse de que Botamon estuviera bien; el digimon parecía algo inquieto, listo para soltarse del agarre y hacer algo – Hitomi tuvo que apurarse a sostenerlo cuando éste saltó librándose del brazo de la de menor edad. La antigua líder de Gungnir sostuvo al pequeño con ambas manos, manteniendo un agarre firme mas no fuerte y con sus ojos buscó rápidamente a la otra, quien extrajo sus llaves y abrió su departamento rápidamente, ingresando al mismo seguida de cerca por la mayor.
–
¿Segura que está bien…?
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Aquí podemos hablar, ¿no? Y no huele mal. – Le sonrió, la tamer asintió, al fondo de su mente aún se paseaba la posibilidad de que Yui saliera lastimada y eso no le agradaba en lo absoluto. ¿Cuándo empezaría el combate? ¿Cómo sería? ¿Qué provocaría la evolución de Botamon? Muchas preguntas se amontonaban en sus pensamientos y cada una era peor que la anterior, sentía que quedarse en ese lugar solo provocaría que Parrotmon atacara el área en sí.
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No sé si sea destino, tal vez casualidad… – Comenzó la pelirroja a la par que la azabache cerraba la puerta, permitiendo por fin que el bebé fuera libre y se paseara por el lugar, explorando cada sitio con extrema atención y detalle; Mai no pudo evitar acordarse de Z'ev, el hada digital solía hacer algo similar cuando llegaba a lugares nuevos. –
Las cosas se acomodaron para que estuvieras ahí y para que nadie más lo viera… Todo debido a que la gente decidió no permanecer en lugares públicos tras el ataque. – Frunció los labios y desvió la mirada rápidamente, buscando enfocar sus ojos en el bebé que paseaba por ahí.
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Yo creo que es algo más que eso… Esto no es algo que pasa todos los días, mucho menos por casualidad. – Sonrió ampliamente, su mirada parecía incluso tener un brillo muy peculiar.
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Es peligroso que te quedes con nosotros, mucho más que estemos aquí… Al final del día algo más vendrá, otro digimon… – Apretó los puños con fuerza y enfocó sus ojos en los miel de ella. –
Uno grande y peligroso. Debo llevarlo a otro sitio donde nadie esté en riesgo para cuando eso pase.
–
¿Lo está cazando otro… digimon? ¿Por qué? Es solo un bebé… – Yui hizo un gesto contrariado, cosa que Mai notó inmediatamente.
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No lo sé, solamente se me dijo que tenía que buscarlo y estar con él hasta la pelea.
–
¿Hasta la pelea? ¡Sería mejor que te fueras! ¿No dijiste que era peligroso?
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Sí, pero puedo pelear. Un digimon está conmigo y me protege, es mi amigo.
–
¿Botamon? – Mai negó suavemente con la cabeza y sonrió ligeramente –
¿está contigo en este momento? – Ahora un asentimiento. –
¿Es invisible? – Preguntó al mismo tiempo que miraba en todas direcciones buscando a otro ser como aquel que hubo nacido del huevo prácticamente frente a sus ojos.
–
No, está oculto justamente porque podían verlo… Él es más grande que Botamon y digamos que ver a un ser desconocido caminando por su cuenta no es algo que se pueda ignorar fácilmente… – Se llevó una de sus manos a la parte trasera de su cabeza y comenzó a reír con cierto nerviosismo, recordando el momento en el cual se había enterado que Coronamon era visible para todos, a diferencia de su "visita" a Nueva York hace años. –
Llamaba mucho la atención.
–
¿Puedo verlo?
–
¿Uh?
–
Al digimon que te acompaña, ¿puedo verlo? – Mai se mostró pensativa ante esa pregunta, honestamente extrañaba tener a Coronamon consigo y estaban en un lugar cerrado, por lo que posiblemente no sería terrible el sacarlo del Storing Divice. Por otro lado, sentía que cada minuto que pasaba con la azabache aumentaba la posibilidad de que algo le pasara y eso sería algo que Hitomi no quería permitir. Pensó cómo negarse ante la petición, pero los ojos emocionados de la de menor edad estaban fijos en los propios y Yui ya había dado varios pasos hacia el frente, invadiendo el espacio personal de la Commander y tomando sus manos sin permiso.
Mai sintió un impulso defensivo abrirse paso peligrosamente a través de su cuerpo, no estaba acostumbrada a que alguien se tomara ese tipo de libertad con ella, mucho menos después de la emboscada. Se esforzó enormemente por controlar cualquier tipo de reacción y sonrió nerviosamente, haciendo un movimiento simple que le permitió liberar sus manos. Buscó con la mirada a Botamon, quien estaba mordiendo un zapato y llenándolo de baba en el proceso.
–
Creo que tiene hambre.
–
¿Puede comer cualquier cosa?
–
Coronamon come cualquier cosa. Igual sería mejor darle algo que no sea muy duro.
–
¿Coronamon? – La chica miró a la de mayor edad, quien finalmente extrajo su Storing Device y permitió que el león saliera de adentro; la pelirroja estaba segura de que el child también estaría hambriento y no sería recomendable que estuviera en ese estado cuando Parrotmon llegara a la ciudad. El león se estiró sin darse cuenta de que estaba siendo observado muy detenidamente por un par de ojos desconocidos, tanto Botamon como Yui estudiaban al recién llegado.
–
Did you find it? – El ígneo alzó la voz antes de percatarse dónde se encontraba, parpadeando varias veces y fijando sus orbes en su tamer, quien se limitó a sonreír apaciblemente. –
¿Uh?
–
Me ayudó a encontrar a Botamon. – Sinceró la pelirroja, Coronamon sonrió ampliamente y se giró en torno a la azabache, mostrándole ese gesto alegre que lo caracterizaba. El infante apuntó su propio pecho con su pulgar, presionándolo ligeramente contra su pelaje.
–
Soy Coronamon, muchas gracias por ayudar a Mai.
–
Y…Yui. – Tartamudeó entre parpadeos, se encontraba sorprendida a causa de lo bien que podía hablar, no esperaba que aquellas criaturas fuesen capaces de hacer eso. –
¿Botamon será como él?
–
No es seguro… Hay muchas formas distintas que pueden tomar mientras crecen. Pueden permanecer pequeños o crecer hasta ser más grande que un edificio… Varía mucho entre cada especie. – Coronamon en ese momento se encontraba sosteniendo a Botamon entre sus manos, estudiándolo y sonriéndole amigablemente; estaba por decir algo cuando su estómago gruñó con fuerza.
–
¿Qué quieres comer? – Indagó la estudiante, Hitomi dejó su mochila en el suelo y extrajo de ésta un paquete de ramen instantáneo y varias golosinas.
–
Había comprado esto para ambos, pero no pudo comer conmigo porque descubrimos que podían verlo. – Coronamon se adelantó a tomar el paquete de ramen de las manos de su amiga, recordaba perfectamente cómo lo preparaba ella, por lo que no tardó en quitarle la envoltura.
–
¿Tienes agua caliente?
–
¿Sabes preparar eso?
–
Yup~ – Movió su cola de un lado a otro, expectante, la chica tomó un recipiente y lo llenó de agua, tras lo que lo colocó sobre la estufa para permitir que ésta comenzara a hervir. Yui se sentía cada vez más fascinada por la existencia de aquellos seres, sin mencionar que demostraban ser condenadamente inteligentes.
–
¿Puedo darle eso yo? – La azabache espabiló rápidamente cuando vio a Mai acercándose a Botamon con la golosina, la pelirroja asintió y le alcanzó el alimento a la uniformada, quien se acercó y se puso de cuclillas, extrayendo el dulce por completo del paquete y acercándolo cuidadosamente a Botamon. El digimon lo observó detenidamente con sus inmensos ojos amarillos, luego pareció olfatearlo y finalmente abrió la boca, atrapando la golosina dentro de la misma. –
¿Te gusta? – Preguntó sonriendo ligeramente, el digimon simplemente movió su boca para seguir degustando el dulce.
–
Parece que lo disfruta.
[…]
Al menos dos horas pasaron de que habían llegado al departamento de la estudiante, Yui había aprovechado lo más posible ese tiempo, inundando con preguntas a la pelirroja quien se esforzaba por contestarlas lo mejor posible. La pelirroja, sin embargo, evitaba preguntas personales que fueran a delatar el hecho de que venía del futuro, por lo que se esforzaba por mantener la conversación centrada en los digimon; aunque a decir verdad no era muy difícil, la azabache se encontraba extremadamente interesada por la existencia de éstos.
–
¿Entonces puedes cambiar de forma a placer? – La pregunta estaba claramente dirigida al león, el cual en ese momento tenía una paleta en su boca.
–
Algo así, necesito la ayuda de Mai para lograrlo. Del lazo que tenemos. – Sonrió, acto que fue imitado por la nipona en cuestión. –
Pero hay digimon que no tienen compañeros humanos, como Botamon… Ellos evolucionan con el tiempo y mucho entrenamiento, les puede tomar años llegar a la forma máxima que yo alcancé en meses gracias a ella.
–
¿Años?
–
Pero sus evoluciones, al ser naturales, son permanentes. Es como si un humano creciera y madurara, ya no puede volver a ser un bebé. Pero como mis evoluciones son influenciadas por Mai, puedo volver a esta forma sin problema… Aunque hemos mejorado tanto con el tiempo, que puedo mantener algunas evoluciones indefinidamente. – Sonrió con orgullo e infló el pecho, Yui no pudo evitar soltar una corta risita ante el actuar del digimon, parecía un niño pequeño.
–
¿Qué le pasa? – La voz de la azabache cambió rápidamente, denotando preocupación y llamando la atención de los miembros de Gungnir, quienes dirigieron su atención hacia ella y posteriormente al digimon que era el causante del cambio de humor de la japonesa. Botamon tenía los ojos cerrados con mucha fuerza y su cuerpo parecía estar temblando por completo.
–
¿Botamon? – Mai reaccionó primero, pero se detuvo antes de siquiera acercarse debido a una intensa luz que emanó desde el cuerpo del digimon, cegando por unos momentos a todos los presentes.
–
Koromon. – Corrigió cuando su cuerpo fue visible de nuevo, ahora era una bola rosada con enormes orejas y sin pelo, Yui soltó un gesto de asombro.
–
¿Koromon?
–
Evolucionó.
–
¿Tan rápido?