+18 Danmachi: Thunder Era [Empezamos, aún hay cupos!]

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[Hace varios años]​

En lo más profundo del Gremio, donde incluso los ecos temen hablar, dos Dioses volvieron a encontrarse tras décadas de silencio. Zeus no llevaba ninguna vestimenta que lo hiciera resaltar, de hecho, cualquiera que lo viera de reojo pensaría que era un granjero cualquiera; se presentó sin anuncio, cubierto por la noche y acompañado del silencio de la hora. Sus ojos, que antes irradiaban soberbia, ahora mostraban algo distinto: serenidad.

Habían pasado muchos años desde su caída… y desde la muerte de todos los que alguna vez lo llamaron "Padre".
Ouranos lo recibió sin palabras, no necesitaban cortesías; aunque Zeus suprimiera por completo su aura divina, Ouranos podía identificarlo.
—¿Vienes a reclamar tu lugar?— Sus ojos se entrecerraron ligeramente a la par que se acomodaba en su asiento, con las llamas de las antorchas iluminando su rostro. Zeus negó lentamente, lo que provocó una ceja erguida en el rostro del otro Dios.
— No aún. Orario no está lista. — El líder del Gremio lo estudió, había algo distinto en él; no era rabia, no era dolor. Era como si el Dios que había conocido hubiese cambiado enteramente, ahora podía ver en él una voluntad tejida con pérdida; Zeus había llegado al fondo, algo que nunca antes pensó que pasaría. —He empezado de nuevo— agregó de manera repentina y firme, Ouranos se sorprendió, pero se apresuró a ocultar su reacción. — Desde el polvo, desde el olvido. No permitiré que se repita la historia.
— ¿Qué has venido a pedirme?
— Que el Gremio volteé hacia otro lado.— Ouranos alzó una ceja de nuevo.
— No dirás…
— No quiero expedientes, ni listados del Gremio. Nadie debe saber que existen. Ni los Dioses, ni los aventureros, ni los rumores.
— Eso es peligroso — advirtió el Dios —. Si ellos mueren…
— No morirán — aseveró Zeus —. No otra vez. Esta vez, los formaré con el tiempo, con la sombra… y con libertad. Y cuando vuelvan a Orario, no será como promesas rotas. Serán como el trueno que nadie vio venir.

Silencio. Ouranos estudió el rostro de la otra deidad, analizó la situación. Debía admitir que con todo lo que pasaba actualmente en Orario, la vuelta de Zeus marcaría un antes y un después, pero ¿cuánto deberían esperar?
— ¿Cuánto tiempo?
— El que sea necesario.
— Los expedientes deberán existir cuando lleguen a Orario.
— Me encargaré de que todo se haga de manera legal cuando sea el momento. — Aseguró sereno, otro silencio se extendió entre ambos. Zeus observó con severidad al líder del Gremio, éste le devolvió la mirada.
— Te concedo este pacto. Sellaré todo rastro. Tus nuevos hijos no existen… hasta que tú lo decidas. — El Dios de los cielos asintió una única vez, tras lo que abandonó el lugar de la misma manera en la que había llegado. En silencio, en soledad, escoltado por las sombras.

Así nació el Pacto del Silencio.
No para ocultar una Familia caída, sino para proteger a una en formación.
El Gremio cerró sus ojos. El mundo no sabía siquiera que había algo que observar.
Y bajo el cielo, el Rey del Trueno volvió a levantar su linaje desde el polvo, con paciencia y con propósito.


Zeus se recargó en su asiento, respirando profundamente mientras escuchaba el reporte del día de parte de Raikhan, su habilidoso capitán. El hombre tigre había demostrado año tras año su extrema entrega a la causa, así como sus capacidades para ser un líder excepcional; el Dios se perdió un momento en sus pensamientos, recordando el Pacto del Silencio.
— Taiga. — El aventurero detuvo sus palabras en seco, no era común que el Dios se dirigiera a él con su apellido.
— ¿Sí, padre? — Colocó el puño en el suelo y bajó la cabeza a modo de reverencia, supo instantáneamente que lo que fuera que fuera a escuchar era importante.
— Durante décadas los entrené en silencio. No los llamé héroes, ni les pinté sueños. Solo les mostré el barro. La caída. El filo real del mundo. Les he dado todo lo que nuestra capacidad actual me permite darles.

Raikhan escuchó sin moverse, había escuchado a Zeus muchas veces, pero esta vez había algo distinto en su voz.
— Les enseñé que la fuerza no se mide en el brillo de una espada, sino en la decisión de levantarse cuando ya nadie te está mirando. Que el respeto no se exige, se gana. Y que la divinidad no reside en la adoración... — El Dios se puso de pie y tocó el hombro del aventurero, provocando que éste se pusiera de pie casi al instante. — Sino en vivir conforme a lo que uno proclama. Y ellos, tus hermanos, lo han hecho. Tú lo hiciste también. — A lo lejos, un trueno se escuchó como si predijera lo que estaba a punto de suceder.
— ¿Por qué me dices esto ahora? — Fulgur Bestia por fin se atrevió a emitir palabra, percibiendo que el Dios quería que hablara.
— Porque me di cuenta que les estoy faltando el respeto. Al mantenerlos alejados de la mazmorra, queriendo que absorban toda la información que puedan, que entrenen en un entorno casi elitista, he impedido que lleguen a ser quienes están destinados a ser. — El capitán de la Familia no pudo evitar sorprenderse, nunca había escuchado a Zeus hablar de esa manera.
— Todos han mejorado en estos años, han llegado a niveles que otras familias no podrían presumir ni de asomo estando fuera de Orario.
— Les he exigido hasta el cansancio. Les pedí utilidad, les pedí lealtad, les pedí sus vidas. Es hora de que pague con la misma moneda. — Zeus aplicó algo de fuerza en el hombro del aventurero. — Ya no les queda nada más que aprender fuera del fuego real.
— ¿Entonces es hora?
— Es hora. Que Orario escuche el trueno, capitán. — Zeus sonrió, Raikhan asintió.

El trueno exigía ser escuchado.


— Hijos míos, todo está listo para nuestro regreso. — Anunció, ya todos estaban listos y con sus pertenencias preparadas para partir. Años de espera y ahora por fin, por fin podrían ingresar a Orario de manera oficial. Por fin podrían ir a la mazmorra. Por fin pondrían a prueba realmente todo lo aprendido. Por fin harían que el mundo los escuchara.

El grupo ingresó por la entrada principal, como quien vuelve a casa después de un largo viaje. Raikhan dirigió a los aventureros al Gremio, bajo instrucciones de Zeus, cumpliendo con el pacto hecho con Ouranos años atrás, todos debían registrarse oficialmente. El Dios los esperaba con calma, uno a uno sus hijos volvieron y nuevamente, casi como una procesión, avanzaron por las calles de Orario con un rumbo fijo. Las miradas no se hicieron esperar, civiles y aventureros volteaban a ver al grupo que se desplazaba hacia el noroeste, ¿quiénes eran? ¿Hacia dónde iban? El aire pareció cambiar de pronto, con cada transeúnte percibiendo la energía que rodeaba a los recién llegados. Zeus estaba suprimiendo su aura por completo, evitando llamar la atención antes de tiempo.

Les tomó veinte minutos llegar a su nuevo hogar, una residencia de gran tamaño, pero sin mantenimiento reciente. Tenían mucho trabajo que hacer, sin embargo, eso podían hacerlo a paso lento conforme se establecieran apropiadamente. Cada hijo dejó sus cosas en su habitación y rápidamente se dirigieron a la entrada principal de la residencia, rodeando a Zeus en silencio.

Solo tendrían un par de horas a lo sumo antes de que la noticia se extendiera por toda la ciudad.

— Ha llegado su momento — dijo Zeus, su voz vibrando con orgullo y decisión —, brillen como un relámpago, golpeen como un rayo y retumben como un trueno.
— ¡Que la mazmorra sea testigo de la tormenta! — El hombre tigre habló con fuerza y sin más, el grupo que había sido elegido para la primera aventura se movilizó. El capitán fue seguido de los miembros del equipo, a la par que Zeus finalmente dejaba de suprimir su aura, permitiendo que ésta fuera el último impulso que sus hijos necesitaban antes de entrar a Babel.

La noticia se dio a conocer.
Los Dioses percibieron a Zeus desde donde quiera que estuvieran en Orario.
Las voces seguían el camino de los nuevos hijos de Zeus. ​

Veil Breath​

Magia de protección verde que aumenta la resistencia del objetivo contra ataques físicos y mágicos y también sana ligeramente al objetivo​

Reúnete, aliento de la tierra​

Via Shilheim​

Barrera mágica que bloquea completamente los ataques físicos y mágicos. Es el tercer nivel de la magia de defensa de Riveria, Via Shilheim​

Bailen, espíritus del aire, guardianes de la luz. Forjen un contrato con el guardián del bosque y envuélvanse en la canción de la tierra. Rodeennos. Materialízate, poderosa barrera de la luz del bosque, y préstanos tu protección - mi nombre es Alf​

Raumure​

Magia de protección que aumenta la estadística de resistencia del usuario y aumenta en gran medida su estadística de agilidad. Su efectividad depende de la estadística mágica del usuario​

Sigue ciegamente el sol en el cielo. Florece, armadura de laurel, de manera que todo huya de ti​

Gale Blast​

Magia congénita que le permite al usuario atacar a sus enemigos con una explosión​

Responde al contrato, viento del bosque. Sigue mi orden y sega a mis enemigos​

Hildis Vini​

Magia de fortalecimiento de canto corto que cubre el arma del usuario en una luz dorada y amplifica enormemente el poder de un ataque​

Misericordia de la luna de plata, el desierto dorado. Este cuerpo está destinado al jabalí de la guerra. Corre, lleva la voluntad de la diosa​

Rea Ambrosia​

Magia que recubre el arma de su usuario para fortalecer un ataque​

Dios padre, perdóname. Voy a devorar la última cena de los dioses. Codicia, lengua de llama infernal. Devoren, colmillos ardientes​

La gran noticia logró impresionar a Ren Tsukikage. La realidad es que, por más que sabía que algún día tendría que viajar a Orario, nunca esperó que alguna vez se hiciera realidad. Aun así, su equipaje estaba listo; siempre lo había estado. Meikyō tenía listas cada una de sus pertenencias debido a que había ansiado dicho momento desde hacía un tiempo. La idea de conocer un nuevo lugar, además de enfrentarse finalmente a la impresionante mazmorra, era algo que lo emocionaba de sobremanera. Su cola reflejaba su curiosidad, moviéndose lentamente, pensando en cada una de las cosas nuevas que finalmente descubriría.

Por su lado, Kenmaru Takamine se encontraba pensando en cómo abordaría sus primeros pasos en Orario. Tendría que poner su propia tienda una vez que llegaran al lugar, vender sus productos de alta calidad para asegurar a sus familiares la comodidad económica. Además, no había mejor forma que conseguir información de un lugar desconocido que llamando la atención a las personas con su mercancía… Eso sin contar al individuo con orejas y cola de gato que se encontraba justo a su lado.
Sonrió.

Ren era un pequeño peón que hacía (casi) todo lo que él decía, siempre y cuando utilizara bien sus palabras. Sabía que Tsukikage no gustaba de recibir órdenes, por lo que la mayoría de las cosas eran “favores a cambio de recompensas”; manipularlo era sencillo cuando conocías cada uno de sus dulces favoritos.

― ¿Estás listo, Ken? ―Preguntó, entonces, el gato. El hombre lobo asintió, palmando suavemente la cabeza del más pequeño.
―Como Suga seguramente estará ocupado ayudando a nuestro capitán ―inició, llamando la atención del joven gato, quien ladeó la cabeza con curiosidad, sin entender el doble sentido en sus palabras―, no te separes de mí cuando lleguemos allí, ¿sí?
―Entendido ―sonrió él, cerrando los ojos y mostrando una gran sonrisa.


Tan pronto arribaron en Orario, Kenmaru se vio arrastrado por un emocionado gato. Ren había escuchado de su capitán que lo primero que deberían hacer sería registrarse en el gremio. Sería mentira decir que ambos jóvenes no llamaron la atención con su carrera. Y, tras preguntar varias veces por la dirección correcta a seguir, ambos llegaron finalmente a su destino.

― ¿Podríamos ir… más lento…? ―Preguntó un jadeante Kenmaru―. A veces ―respiró hondo―… ¡Ufff! ―Exhaló, reponiéndose―. A veces no sé de dónde sacas tanta energía.

Sin embargo, pese a que estaba hablándole, el joven gato tenía su atención puesta en el interior del lugar. Era un amplio espacio con mostradores, los cuales funcionaban para que los aventureros hablasen con sus asesores. Kenmaru enfocó su atención en el intercambio de objetos entre unos cuantos aventureros, mientras que la mirada de Ren viajaba hacia unas cuantas puertas; al acercarse a una de ellas, entendió que aquellas habitaciones servían como salas de reuniones (o al menos eso parecían).

―Ven acá, gato curioso ―Kenmaru haló suavemente a Ren de la parte trasera de su cuello, consiguiendo que éste se “apagara” parcialmente―. Hay que registrarnos, ¿recuerdas?
―S-Sí ―apenas pudo contestar.

Al llegar al mostrador más cercano, ambos contestaron a las preguntas de un encargado. Hablaron sobre algunas de sus habilidades y magias, impresionando ligeramente a su interrogador, pues, eran pocas las personas que conocían magias de alto nivel de sanación o de encantamiento.

Al final, ambos tuvieron que esperar sentados en una de las salas de reuniones. Ren movía su cola a un ritmo errático: por momentos era rápido, y luego lento, y así iba. Estaba claramente desesperado por salir a conocer más acerca de Orario y, sobre todo, acerca de la mazmorra.

― ¡Buenas! ―Ambos familiares de Zeus voltearon hacia la puerta cuando escucharon cómo se abría. Un hombre alto, de cabello rojo y con un parche en el ojo estaba leyendo un papel que tenía en su mano―. ¿Ustedes…? ―Se detuvo a verlos, mostrando especial interés por Ren y sus orejas de gato―. ¿Ustedes son Kenmaru y Ren? ―Ambos asintieron; Ken se levantó primero, y luego Ren―. Genial, yo seré su asesor de gremio. Me llamo Ryuji Takahashi, es un gusto conocerlos.​

La puerta abrió y volvió a cerrar acompañada de un rechinido discreto, no se trataba de ningún secreto, simplemente no buscaba gritar su llegada. Suga parpadeó múltiples veces, en un gesto casi exagerado que pudo haber sonsacado unas risas del capitán, si éste lo hubiese estado viendo.
— ¿Estás meditando?
— No, estoy viendo cómo envejece el aire. — La mirada seria consecuente provocó que el de menor edad apretara los labios intentando contener la risa, Raikhan sonrió suavemente, tras lo que se puso de pie y se acercó al otro varón. — No me di cuenta de la hora.
— El aire era muy entretenido, ¿eh? — El mayor comenzó a reír, tras lo que posó sus manos en el cuerpo de Igarashi, jugueteando con la playera de éste. — ¿Estás bien?
— Sí, más que bien. — En un movimiento ágil levantó la vestimenta del otro, provocando que Suga alzara los brazos para ayudarle a que cumpliera su cometido. No pasó mucho tiempo antes de que ambos estuvieran únicamente en ropa interior, explorando con sus manos el cuerpo del otro, sintiendo el calor, dejándose llevar. Raikhan parecía más enérgico que de costumbre, cosa que no pasó desapercibida para el humano, pero prefirió no preguntar.
Las respiraciones agitadas se mezclaron y en algo que solo podía describirse como un arrebato, Fulgur Bestia elevó al menor del suelo y lo llevó a la cama boca abajo, tras lo que se posicionó encima de él, apoyó su mano izquierda en el colchón y usó la otra hábilmente para retirar el último ropaje de Suga.
— ¿Impaciente hoy?
— ¿Te da miedo acaso? — La sonrisa se dibujó en su rostro, Suga simplemente se acomodó mejor, alzando un poco su cadera.
— Para nada, ya sé a lo que vengo. — Casi fue incapaz de terminar la frase, pues sintió la dureza presionando contra su entrada, apretó la almohada con sus manos y soltó un gemido leve al percibir el calor abriéndose paso dentro de sí.


Escuchar aquellas palabras de Zeus le provocó una marea de emociones, entusiasmo, felicidad, curiosidad, tal vez incluso algo de miedo; después de años alejados de Orario por órdenes estrictas del Dios, ahora estaban a punto de movilizarse hacia la gran ciudad. Suga respiró hondo y sonrió, era momento de prepararse para partir.

Antes de dispersarse para ir por sus cosas, Asuga miró hacia sus lados, analizando los gestos realizados por el resto de sus compañeros, quizá tratando de averiguar qué estaban sintiendo ellos. No sabía si por coincidencia, cruzó miradas con Himawari, quien rápidamente hizo un gesto de evidente desagrado y miró hacia otro lado. Suga suspiró.


La llegada a Orario le sorprendió más de lo que pensó, había escuchado miles de veces cómo era, había visto referencias de Babel, pero presenciarlo en persona era algo completamente distinto. Alzó la cabeza y la observó genuinamente, la gran torre era imponente.
— Vayan a registrarse. — La voz del capitán fue poderosa, el grupo automáticamente se movilizó. No fue difícil darse cuenta de que todos los ojos estaban en ellos: curiosidad, expectación, incluso algo de desconfianza. El varón se las arregló para ignorar todo y simplemente moverse, llegando por fin a donde debía realizar el proceso - la mujer que estaba en frente le dirigió una mirada fría e intensa, el aventurero tragó saliva pesadamente.
— Quiero registrarme como aventurero.
— ¿Familia? — Ya había comenzado un expediente nuevo, ni siquiera le estaba dirigiendo la mirada cuando preguntó aquello.
— Zeus. — El lápiz se detuvo. La mujer se levantó y como si no acabara de escuchar aquel nombre casi olvidado, comenzó a caminar.
— ¿Qué esperas? Acompáñame. — Suga parpadeó y se apresuró a alcanzarla, guardándose sus preguntas hasta que llegaron a una sala privada.
— ¿Qué hacemos aquí?
— Enséñame tu Falna.
— Pero el Dios dijo que….
— ¿Esperas que te crea que perteneces a la familia Zeus? Lleva más de 50 años fuera de Orario. — Su mirada filosa se clavó en el varón, quien tragó saliva de nuevo y se quitó la playera, tras lo que se volteó para permitir que la mujer viera su espalda. Los ojos de ella se abrieron ligeramente, pero recuperó la compostura casi al instante. — Está bien, puedo continuar con tu registro.
— Gracias. — Sin más, se volvió a colocar la playera y se sentó, la mujer miró fijamente el papel que tenía en frente.
— Mi nombre es Selene Althaea, yo seré tu asesora. Veo que eres nivel 2… ​

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[Anuncio]​

El suave agarre hacia el estuche del violín, se tensó al momento del anuncio del Dios, la partida hacia Orario, un lugar que generaba cierta desazón en la fémina, la misma que simplemente atinó a cerrar sus párpados con suavidad antes de volver a abrirlos, manteniendo sus orbes zafiro posados sobre las siluetas de Zeus y Raikhan, una forma de conservar la compostura a pesar de los malos recuerdos que inundaban su mente, provocando que agitara la cabeza de forma leve, no era momento para ello, y más aún, había pasado el suficiente tiempo como para suprimir aquel temor de persecución que poseía al inicio de acoplarse a la familia de Zeus; la nariz de la azabache se arrugó con ligereza al cuestionarse si su llegada obtendría atención indeseable aunque un breve suspiro emergió de sus labios, no era la misma ignorante de años atrás, no solo poseía su talento, si no habilidades que fueron pulidas gracias a los entrenamientos dirigidos por la deidad, además si pertenecía a la familia de un Dios, aquello debía ser una advertencia para cualquiera; Arkwright decidió curvear los labios al escuchar entre murmullos y alaridos de júbilo de sus otros hermanos, aquella emoción y ansias de aventura palpable en el ambiente, mismo sentimiento que alentó que todos empezaran a dispersarse para empacar lo necesario y dirigirse hacia la gran ciudad, por lo que ella no sería la excepción.


Melle observó de reojo su equipaje ya preparado, y el estuche de su violín, al mismo que se acercó y aperturó, deslizando con delicadeza la punta de sus dedos por el cuerpo del instrumento musical antes de tomarlo entre sus manos, debía despedirse del hogar que la albergó por los últimos años, además, por qué no, anunciar mediante la música que la familia de Zeus avanzaba hacia un nuevo capítulo. La azabache estaba por tomar el arco, aunque se detuvo al recordar a aquella persona que escuchaba las piezas que tocaba, por lo que la fémina se acercó hacia su balcón, aperturando las ventanas de par en par como una invitación aunque cierta timidez la invadió, ¿no estaría empacando sus pertenencias como los demás? Arkwright giró su cuerpo para tomar el violín entre sus manos, y nuevamente salir hacia su balcón, apoyando su mentón sobre la barbada, cerrando sus párpados y deslizar el arco en el primer acorde.




Las lecciones musicales de su antigua vida le habían inculcado mantener un porte recto y sin movimiento corporal, manteniendo aquella posición al momento de utilizar su violín, conservando esa presencia hasta el instante que los acordes forzaban una mayor energía en ella, provocando que Melle diera un paso al frente y empezara a movilizar su anatomía de acuerdo a la pieza que comenzaba a propagar por el área más cercana, música que era la forma de la violinista en anunciar a Zeus, el capitán y los otros miembros de la familia, que estaban iniciando verdaderamente su aventura, acordes fuertes que retrataban la violencia del trueno que ingresaría hacia Orario sin miramiento alguno, entonaciones que buscaban enaltecer el ánimo y confianza de todos quienes pudieran escucharla, además, de su propio desahogo. La azabache no podía evitar fruncir el ceño y movilizar el arco con mayor celeridad, moviendo sus pies y deslizándose por todo el área que tenía disponible, pisando fuerte ante cualquier mal recuerdo que se atravesaba por su cabeza, dejando fluir sus emociones a pesar que se le había enseñado que un músico no debía mezclar sus sentimientos con las piezas que tocaban al público, pero aquellas lecciones quedaban en el olvido día a día, siendo Melle quien decidía qué era lo correcto y qué no, y en ese momento simplemente expresaba parte de ella en los acordes. Bouclier apretaba con fuerza tanto su violín como su arco, movilizando su diestra ignorando el hecho que a pesar de no desafinar completamente, desbordaba emocionalidad, adentrándose en su propia cabeza y escuchando su propia pieza musical a lo lejos, simplemente dejándose llevar por el ritmo que había instaurado.

—Daidalos, Orario —el rostro de sus padres se asomaban entre sus recuerdos, aquellos niños a quienes enseñó, ese traidor adinerado, desvaneciéndose para dar paso a todos los pertenecientes de la familia de Zeus, provocando que sus facciones empezaran a relajarse por más que su diestra seguía movilizándose con la misma fuerza desde el principio, aunque aquella celeridad iba disminuyendo hasta el momento de los últimos acordes, aquellos que llevaban al pico de la pieza musical, empezando a disminuir en revoluciones, retomando la aceleración hasta el momento que movilizó el arco hacia arriba, observando al techo después de unos minutos, percatándose de su respiración acelerada y cierto sudor que se deslizaba por su sien—. Perdí el horizonte... espero no haya sonado tan mal —murmuró para sí misma, encogiéndose por un momento antes de relajarse, sacudiendo la cabeza—, equivocarse está bien —se afirmó, guardando su instrumento musical, tomando con su zurda su equipaje, y su diestra, el estuche, volteando de reojo por última vez hacia su habitación, curveando sus labios por recuerdos que generó en aquel lugar—. Haremos nuevos en el otro lugar, oh, espero encontrar un cuarto similar, me esforcé mucho para que dejara de ocultarse... Tanto.




—No luces como una aventurera —fueron las primeras palabras que emergieron de los labios masculinos de quien se suponía sería su asesor asignado, varón de cabellos grises que sonrió con cierta mofa y hasta desinterés—, no tengo quejas de los soporte, pero es ciertamente más atractivo que mis consejos sean absorbidos por quienes van al frente de la batalla.
—Pero no soy soporte —contestó la azabache, ladeando la cabeza con cierta confusión, siguiendo los orbes grisáceos que se posaban sobre su estuche de violín, mirada que Melle entendió como si buscara cuestionar el motivo del instrumento musical—, también soy violinista, bueno, puedo tocar cualquier instrumento —afirmó.
—Mientras no interrumpa tus habilidades de lucha —cedió el asesor, rodando con ligereza los ojos al apreciar la cantidad de formularios que debía de llenar para la formalidad de la inscripción, el papeleo era hostigante. El trabajador del Gremio posó los papeles encima del escritorio para proceder, percatándose que Arkwright había abierto el estuche, y estaba por interrumpir que no deseaba cerciorarse de sus habilidades, aunque terminó en descartar el pensamiento al apreciar cómo la música emergía una espada de donde se suponía iba el arco del violín.
—Es mi arma, pero sigue siendo un instrumento —pronunció Melle con entusiasmo, pensando que su asesor había cuestionado con consternación sobre su seguridad, hecho del que se percató el hombre que no pudo evitar curvear los labios, una persona tratable para sus estándares.
—Aiguo Sol, ese es mi nombre —se presentó el varón, dando un par de golpecitos en la mesa, de donde emergió una serpiente gris que serpenteó hacia la violinista que parpadeó.
—Qué bonita eres, ¿o bonito? —Se cuestionó Bouclier.
—Ella es Shé, al parecer podremos trabajar sin ningún problema, por lo general las aventureras no les agrada mucho que esté cerca —otro punto a favor de la joven, definitivamente entraba en la categoría de tolerable—. Entonces, a pesar que repudio estos papeles, necesito ser responsable con mi trabajo para subsistir, así que requiero tu nombre y la familia es innecesaria, sé de ustedes apenas cruzaron la puerta.
—Melle Arkwright, y pertenezco a la familia de Zeus —de igual forma se presentó, realizando una pequeña reverencia educada.
—Luces como una señorita, pero veo que tienes el suficiente ego para mencionar a tu familia —señaló, percatándose que al momento de mencionar la palabra señorita, el entrecejo de la joven se arrugó ligeramente, era cierto que tenía la mala costumbre de investigar a quienes le asignaban, y la música no sería la excepción—. Necesitaré información como el hecho de tus habilidades, magia, aunque ya haya visto tu arma, requiero armar un perfil sobre ti para poder recomendarte lo mejor posible, al final, tu victoria es mi victoria.
—¿Eh?
—Claro, si tu fama incrementa, la mía también, después de todo, el asesor es un pilar importante para el aventurero, un aventurero que va a las ciegas, espera un camino desafortunado, la información es fundamental para su supervivencia, y el hecho que acumules honores, implica que estás siendo bien guiada —afirmó con confianza, recibiendo un asentimiento de parte de Melle.
—Entiendo, tiene sentido, además escuché que se requiere la inscripción para aspirar a lo que mi familia busca, un reingreso a Orario —comentó la azabache, relatando sin problema alguno la información competente relacionado a su formación como aventurera mientras desliza su índice sobre la cabecita de la serpiente que recibía gustosa el contacto femenino.

Tras unos minutos de formularios y más de un suspiro desganado de parte de Snake, la inscripción había sido completada con éxito, o por lo menos la información necesaria para que Aiguo la introdujera al Gremio, por lo que la presencia de la fémina no era necesaria hasta después, despidiéndose para poder salir hacia las calles de Orario. Melle miró a su alrededor, girando su cuerpo hacia la dirección de donde se instauraba Calle Diadalos, su lugar de nacimiento, y aquel al que volvió para poder huir de la ciudad; el rostro de sus padres se asomó nuevamente en sus recuerdos, desviando la mirada con ligereza, volteando hacia el Gremio, preguntándose si sus progenitores se mostrarían maravillados al seguir el mismo camino de ellos. Y ahora sus orbes zafiros se fijaron en aquella imponente y nívea torre, aquella que se alzaba sobre el dungeon al que tendría que adentrarse junto a la familia.

—Una aventura más —pronunció, girando sobre sí misma para regresar al nuevo hogar.​

La noticia de que finalmente podrían ejercer como aventureros de Orario no le causó mucha emoción a Vince, el como todo buen "hijo" escuchó las palabras firmes y solemnes de su "padre" a su lado se encontraba Raikhan, el imponente hermano mayor y capitán al mando de nuestra familia por debajo del Dios. Escuchó junto al resto las indicaciones y a continuación cada quien debía registrarse en el Gremio de Aventureros. Pese a que Zeus y Raikhan lucían imperturbables, Vince por el contrario estaba un poco preocupado pues anunciar tan pronto que la familia va a empezar sus incursiones puede alertar al resto de las Familias y Dioses residentes y no creo que estén tranquilos.

El de cabellos oscuros no emitió sonido alguno y solo se dedicó a acatar órdenes, por un momento se cruzó con su "onesan" Sylvana quien estaba pegada a la pared mirando el vacío, sin un punto fijo. Ella también tiene su propósito de estar aquí. Cuando Vince pasó cerca de ella para doblar al pasillo que lo llevara a la salida ella habló.

-¿Te preocupan que las otras familias empiecen a moverse cuando se enteren verdad? – Habló ella tranquilamente sin moverse de su sitio. A pesar de estar tranquilo sabe que esta paz podría ser momentánea.

Vince no respondió enseguida, aunque su silencio delataba que ella estaba en lo correcto, sin embargo, no le dio vueltas al asunto, siempre al punto.

-Tarde o temprano lo harán y va a ser un problema y lo sabes – Le respondió reposadamente mirándole de reojo, ella simplemente se incorporó postrándose serena en todo momento.

-Si nos causan problemas los eliminamos, así de sencillo. Nuestro choque con ellos será inevitable - Ella pasó elegantemente su mano por su largo cabello plateado, ella también es consciente de que tarde o temprano iniciaran los problemas.

-Es verdad, ellos lo entenderán cuando tus dagas los destajen -.

Después de esa tenue conversación ambos continuaron sus actividades pues tienen que ir a registrarse al gremio de aventureros y cada miembro de la familia cuenta con un asesor.



Al salir de la nueva edificación que sería su hogar permanente se dirigió al gremio, pero antes tiene que atravesar unas calles, la mayoría concurridas y llenas de puestos de mercaderes dedicados al comercio de algunos en su mayoría insumos alimenticios, lo cual al espíritu le gustaba siempre que va a una ciudad inicia su tour a ver que come y esta vez no iba a ser la excepción, fue de puesto en puesto viendo que es de su interés y si se ve delicioso lo comprar para comérselo. Incluso pasó por un puesto donde venden unos dulces que a su hermana Himawari le gustan así que el compró. (¿)

Mientras recorre las calles llenando su barriga se percató del lugar más importante de la ciudad; La torre de babel, una majestuosa edificación de 50 pisos, debajo de ella se encuentra la mazmorra que su familia debe conquistar para dejar de nuevo en alto el nombre de Zeus. En los pisos hay comercios lujosos incluso es residencia de algunas familias de Dioses por lo que ha escuchado.



Luego de turistear un rato llegó al Gremio, una vez que entró mirándolo todo con cierta indiferencia hasta que alguien llamó su atención:

-¿Eres tu Vince? – Una voz fémina que el reconoció al instante. Alzó la ceja de la sorpresa al girarse en la dirección proveniente y le reconoció. Una elfa de cabellos plateados y piel morena.

-¿Aurora? – Cuestionó un poco sorprendido. – No pensé encontrarte aquí -.

-Así es, tú me dejaste en el Imperio y de cómo estoy en Orario digamos que es una larga historia que después te contaré – Se rascó la nuca un poco apenada, sin embargo aquellos gestos no pasaron desapercibidos no pasaron para el resto de los aventureros, ella al percatarse de que era el foco de atención endureció su mirada viéndolos fríamente -¿Se les perdió algo? – Los observó con esa frialdad que ellos ya conocían y luego continuaron sus actividades para no molestar a la elfo.

Para el Espíritu ese cambio de temple le llamó un poco la atención, pero decidió no preguntar por el momento- Vine a registrarme Aurora, ¿puedes hacerme ese favor? –.

-Claro, también quiero que sepas que una vez que estés registrado seré tu asesora personal, cualquier duda que tengas puedes preguntarme – Declaró mientras caminaban rumbo a la recepción donde harán el registro oficial.

Una vez ahí ella tomó una libreta para tomar datos –Ya nos conocemos, pero ya sabes, meros formalismo y burocracia – rodó los ojos haciendo una mueca de disgusto- Comencemos –.



-Soy Vince Durin y pertenezco a la familia Zeus – Le indicó mientras ella tomaba nota de los datos del nuevo agremiado – Soy nivel 2, puedes comprobarlo – Ante la respuesta ella se sorprendió un poco.

"¿Nivel 2?, parecías tener más nivel cuando peleaste contra ese mago oscuro, supongo son cosas de la familia Zeus" pensó sin darle muchas vueltas a ese asuntó y continuó llenando los formularios. Ella sabía que Vince y Zeus estaban confabulados incluso el propio Dios le hizo firmar un voto de silencio es decir que no debe enterarse de esto hasta que llegue el momento indicado y que por ahora se dedique a ayudar a su hijo en el gremio con la finalidad de saldar esa deuda, pero para ella no solo era una deuda, es ahora un boleto de vida, un compromiso que ella está dispuesta a hacer sin necesidad de sentirse presionada pues gracias a las acciones del espíritu ella goza de una nueva oportunidad, ahora tiene a alguien a su lado en resumen vive una vida feliz y de no ser por Vince de seguro estaría muerta.

-Vaya estoy un poco escéptica… Familia Zeus – Murmuró en sus adentros, ella sabe de las hazañas de esa familia, se siente un poco identificada ya que perdieron todo en su momento, así como ella, aunque haya sido breve – Sé que llevarás en alto su nombre, Gloria al Dios del rayo -.

-Gracias, Aurora –.

-Cuando estés libre, ven conmigo a The Hostess of Fertility, quiero presentarte a alguien – Aclaró ella siendo más informal.

-¿Enserio?-.

-Si, a mi novia Kirika – Declaró ella sonriendo levemente. – Le he hablado de ti y está emocionada por conocerte – Concluyó.

-Entiendo, será un gusto conocer a tu pareja – Dijo tranquilamente. Para él, las relaciones entre ambos sexos ya eran muy casuales pues sabe que algunos de sus hermanos tienen intimidad con los de su género – Me alegra que ahora seas feliz -. Incluso para su condición es grato saber que encontró felicidad. Vince sabe que Aurora es una transexual pues a pesar de que nació siendo chico siempre se identificó como una chica incluso ahora su cuerpo luce más femenino y a veces sufren de la discriminación.

-¿Emm Vince, sucede algo?, ¿te sientes mal?- Preguntó la elfa.

-No nada – Parpadeó un instante – Debo irme a la mazmorra, de seguro algunos de mis hermanos ya están ahí –

-Está bien, se que subirás de nivel y la conquistaran –.

Vince asintió y se despidió de ella. ​

―Entonces, ¿son de la familia Zeus? ―Ryuji estaba sorprendido por lo que leía. Hace tiempo que no se escuchaba nada sobre dicho Dios―. Vaya. Necesito revisar eso, y también su nivel y estadísticas.
―Pero, esos datos nos los pidieron cuando nos registramos ―contestó el de orejas de gato, ladeando un poco la cabeza y llevando uno de sus dedos a su mentón, no entendiendo el por qué de aquello.
―Sí, pero, como su asesor, debo asegurarme de validar esos datos en este tipo de reuniones ―contestó el pelirrojo―. Después de todo, yo tengo que terminar de realizar su registro después de saber qué son capaces de hacer y a qué pisos pueden acceder por los momentos.

Kenmaru evaluó la situación por un momento. Se notaba en la mirada de Ryuji que quería poder ver más de Ren, y no exactamente por saber sus estadísticas o nivel. Aun así, aplaudía internamente ese intento válido y justificado del hombre para exigirle a su amigo que se alzara la camisa y así poder observar lo que realmente quería. No obstante, para su mala fortuna, él estaba allí para evitar ese tipo de situaciones.

―Ren ―el aludido miró a Kinji por un momento, aún con aquellos ojos inocentes que no comprendían qué ocurría―. ¿Puedes acercarte un momento?

Una vez que el gato estuvo cerca del hombre lobo, éste último se deshizo de gran parte de las prendas superiores que tenía Ren puestas, solo para que éste quedara con una camiseta que era más fácil de alzar. Su ropa inspirada en la cultura asiática era bastante estorbosa, a decir verdad, pero no podía negar que el más pequeño se veía bien llevándola puesta (y también cuando no).

―Alza los brazos un momento, para que Ryuji pueda ver tus estadísticas ―y cuando lo hizo, Kenmaru alzó un poco la camisa del muchacho―. Anota todo lo que necesites rápido, ¿sí? Ren es un poco friolento.

Ryuji chasqueó la lengua, sonriendo ahora que Ren no podía verlo, pues le estaba dando la espalda. El otro muchacho había descubierto sus intenciones, pero no lo enojó; era difícil encontrar personas que se llevaran tan bien.

El asesor se acercó a evaluar las estadísticas de Ren, sorprendido por ver la bendición de Zeus y, además, su habilidad y magias conocidas. Su rostro demostraba lo raro que era ver que alguien supiera cómo usar una magia sanadora tan fuerte y, por si fuera poco, otra que subiera el nivel de un aliado.

―Esto… ¿Cómo es posible? ―No pudo evitar que la impresión saliera de su boca―. Nunca he conocido a alguien tan dedicado al apoyo, e incluso aquellos que me han asignado de dicho rubro… Son muy pocas las veces que aparece alguien que sepa magia de alto nivel ―entonces, Kenmaru permitió que Ren se bajara la camisa y comenzara a vestirse; ya Ryuji había reunido los datos que necesitaba―. Y eres nivel dos apenas. ¿Qué locura es esta?
― ¿Ya terminamos? ―Preguntó Ren, ladeando nuevamente la cabeza. Su cola se movía lentamente, pero mostraba una clara desesperación por salir de allí para dirigirse hacia la aventura―. Quiero ir a explorar la mazmorra.
―Está bien… Puedes dirigirte a explorar, como máximo, hasta el segundo piso. Solo ten mucho cuidado porque pueden aparecer cosas como…
―Se fue.
― ¿Qué? ―Ryuji parpadeó varias veces, impresionado al ver que el gato ya no se encontraba junto a ellos―. ¿Cuándo?
―Llegó a escuchar lo del segundo piso, como mucho ―contestó, encogiéndose de brazos y alzando las manos. Luego, deduciendo los gustos de su asesor y lo que seguramente podría conseguir con ello, dejó que sus orejas y cola de lobo aparecieran, llamando su atención―. Ahora, ¿podemos terminar mi registro? ―Preguntó, moviendo su cola de un lado a otro a un ritmo lento; Ryuji sonrió y se rascó el puente de la nariz, con sus mejillas encendiéndose un poco. Ese muchacho parecía haber descubierto su debilidad―. Yo también quiero ir a… divertirme un rato.


Ren corría eufóricamente hacia la salida del gremio. Estaba emocionado por poder explorar la mazmorra, aunque, quizás, antes pasearía un rato por Orario para conocer mejor el lugar. ¡Había tantas cosas por hacer y conocer…! Que solo volvió a la realidad cuando chocó con una persona más alta que él.

Al principio no reconoció la figura, pues, el golpe lo aturdió por un momento. Pasaron un par de segundos antes de que confundiera a la persona con Kenmaru, pues parecían medir lo mismo, sin embargo, sabía que Kinji aún estaba en la sala de reuniones con Ryuji.

― ¿Estás bien, Ren? ―Entonces, reconoció su voz y alzó la mirada, algo sorprendido y curioso.
― ¿Alix?​

"Ellos lo entenderán cuando tus dagas los destajen."​

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—Tranquila, Mawa… —Alix la miró fijamente, sonriéndole con tranquilidad. Comprendía perfectamente lo que la chica sentía, o al menos una parte de sus emociones—. Será mejor que nos preparemos, ¿no crees?​

—Es cierto, me iré adelantando… No quiero olvidar nada y verme como una tonta mañana.​

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—¿Vamos a registrarnos juntos? No hay que perder tiempo. Entre más rápido lo hagamos, más rápido podremos ir a explorar.​

—Estás muy impaciente, más de lo normal —Alix le sonrió a Himawari, metiendo las manos en los bolsillos mientras asentía, resignado—. Pero vamos juntos, ¿sí? No quiero que termines yendo a otro lado y quedarme como un payaso yo solo.​

—Tú ya te miras como payaso por ti mismo, no me necesitas para eso~ —la fémina habló, mientras avanzaba con los brazos detrás del cuerpo y una sonrisa burlona en el rostro, empujando con su cadera la puerta del gremio antes de avanzar en busca de dónde registrarse.​

—Bienvenidos al gremio ~ Soy Keith Dashwood y seré su guía~ —la voz cantarina del hombre resonó, alegre, bonachona. Era como escuchar a un padre de familia—. ¿Me permiten sus datos?​

​

—Alix Moreou, aventurero de la familia de Zeus.​

​

—¡¿Zeus?! ¡Wou! Entonces llegaron junto con los otros~ vaya, es un grupo enorme el que ese hombre logró conseguir ahora —Keith sonrió, mientras les guiaba para tomar sus datos.​

​

—¿No vas a pedir pruebas o algo? —Alix ladeó la cabeza, levantando una ceja.​

​

—Oh, sí~ claro… muestren su marca… pero les creo. Digo, después de todo, ¿quién se inventaría ser de una familia olvidada? —espetó con un tono burlón, anotando la información que le proporcionaba. El chico fue el primero en terminar y Himawari bufó.​

​

—No es justo~ te adelantaste para irte primero —Alix sacó su lengua y la despeinó.​

—Iré a dar una vuelta, te servirá a ti también.​

—Adelante, vete, pero no vengas llorando cuando te metas en un lío de faldas.​

—Himawari Kobayashi, familia de Zeus —se dirigió con suavidad al asesor; le parecía algo curioso el modo relajado de ser del hombre, pero no le daba una mala sensación. Terminaría con su trabajo y después iría a dar una vuelta.​

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—¿Estás bien, Ren?​

—¿Ya terminaste de registrarte? Yo le robé el turno a Mawa~ ella debe seguir ahí con el asesor —bromeó sutilmente mientras tomaba un mechón de cabello ajeno, enredándolo en su índice—. ¿Ibas a algún lado o…? —se inclinó sutilmente, quedando a escasos centímetros de Ren—. ¿Puedo acompañarte?​