Everyday
Administrador
【 Prólogo 】
══ ◈ Vals entre sombras ◈ ══
══ ◈ Vals entre sombras ◈ ══
Aquella noche había un cielo desprovisto de nubes, el aire era lo suficiente fresco como para que Vera observase su aliento y el Trailmon seguía la ruta prevista y designada por la Digital Security hacia Metal Empire. La Tamer caminaba con toda calma por el tejado de uno de los múltiples contenedores remolcados, sin mostrar preocupación de sufrir una caída de varios metros que, sumado a la velocidad a la que se estaban moviendo, sería una sentencia segura de muerte.
—Deberías ponerte una chamarra, vas a enfermarte si sigues así —Vera bajó la mirada para encontrarse con su compañero: desde su perspectiva parecía un oso de peluche vistiendo un futurista traje de astronauta, un Espimon.
—Está por terminar nuestro turno —movió su mano en deje desinteresado—, una vez volvamos abajo me tiraré en el sofá y no volveré a salir hasta que lleguemos a la estación, que por cierto —se llevó la mano a la oreja, activando el comunicador que ahí llevaba—. Gerald, más vale que traigas tu trasero aquí arriba en cinco minutos, nada de tiempo extra para mí; ya sabes que lo considero de mala suerte.
—Confiaba en que quisieras tomar un poco más de aire fresco —respondió una voz grave en respuesta.
—Ya respiré el suficiente, ahora solo quiero acostarme y comer pizza.
Vera se acercó a la orilla del carro y se asomó a las vías. Una figura adherida a la pared del transporte captó su atención y solo se giró a verla para confirmar lo que ya sabía: se trataba de un Digimon con aspecto de escarabajo y exoesqueleto metálico, con una estructura casi tan grande como su cuerpo y similar a una antena parabólica adherida a su lomo, un Searchmon. El Armor ni siquiera notó su presencia, se limitó a continuar con su monótona rutina.
—Abi, los Searchmon están regresando varios metros antes en el último vagón, corrige la ruta para que se adentren al menos otros cinco metros más.
—En marcha —respondió otra voz en la bocina, una más juvenil y de tono grácil—. Al final parece que fue innecesario traerlos.
—Prefiero pagar un par de contratos extra y evitarme tener polizones sorpresa en los vagones —suspiró—. ¿Qué nos dicen los de la DS?
—Vía libre hasta el siguiente punto de control, deberíamos estar ahí en unos treinta minutos.
—Bien, asegurate de que nuestro piloto mantenga su velocidad y Gerald, ve moviendo esas piernas por favor.
—Estoy terminando mi rondín, ¿o quieres dejar sin revisar los últimos vagones solo para irte a descansar?
—Acordamos un horario, que seas pésimo administrando el tiempo es problema tuyo, no mío.
—Ella tiene un punto —dijo Abi.
—Siempre te pones de su lado —protestó Gerald.
—Pero en esta ocasión ella está en lo correcto.
Vera esbozó una sonrisa al escuchar a sus compañeros iniciar aquel debate, algo ya habitual en cada encargo. Concluyó su vigilancia en el tejado echando un último vistazo en el lateral opuesto, asegurándose de que no estuviesen llevando a un polizón de algún tipo. Al terminar, asintió para sí misma y comenzó su regreso, debería atravesar al menos otros tres vagones de carga antes de llegar a la exclusa que le permitiría volver a uno de pasajeros. Justo ahí echó una última mirada a la luna más cercana. Y entonces lo vio.
—Abi, ¿qué dicen los radares? —Abi y Gerald, que seguían enfrascados en una charla sin sentido pararon de hablar en ese instante.
—Todo limpio, ¿qué sucede?
—¿Puedes ampliar el rango?
—Ya estamos abarcando todo el tren, varios metros hacía ambos costados y en la retaguardia…
—No quiero revisar hacía los lados, sino sobre nuestras cabezas.
—¿Vera? —La voz de Espimon mostraba confusión—, ¿sucede algo?
La Tamer miró a su Digimon, luego apuntó hacia el cielo.
—Vi algo ahí, como si por un instante algo se hubiera colocado por delante de la luna.
Su compañero frunció el ceño tratando de ubicar lo visto por ella, sin embargo, por su semblante pudo imaginarse que no lo consiguió. En ese momento el sonido de un zumbido inundó el aire: un Searchmon aterrizó justo delante de ellos, arrancándole un sonido seco al transporte en el proceso. El Armor comenzó a moverse de un lado a otro hasta encontrar una posición de su agrado, dobló la mayor parte de sus patas delanteras y estiró las traseras para inclinar su cuerpo, dirigiendo la antena hacía un punto en el cielo.
—¿Y bien? —demandó saber.
—Nada, todo limpio —contestó Abi—. Espera… Esto… Demonios. Hay algo ahí arriba… Entre cuarenta y cinco y cincuenta grados, hacía el norte, elevación de quinientos metros. Nos está siguiendo.
Vera movió su cabeza a la par que hacía cálculos mentales.
—No hay nada ahí.
—El Searchmon lo está señalando en esa posición.
—Abi, no hay nada.
—¿Quieres que suba y te muestre el radar?, yo solo te doy los datos que estoy viendo en la pantalla.
Vera chasqueó la lengua. Descolgó el Digivie de su pantalón, su compañero ya sabía lo que aquello significaba de modo que al instante se envolvió en una luz radiante y alcanzó su siguiente etapa: Hoverespimon. La Tamer puso en alto su dedo índice.
—Justo ahí, dispara.
Dos misiles se proyectaron a las alturas desde los lanzadores traseros del digital androide. Vera los observó ganar altura, surcando el aire sin dificultad alguna. Arriba y más arriba, seguían ascendiendo y al mismo tiempo la incomodidad de la Tamer también ¿Por qué estaba tan ansiosa?, si el ataque de su Digimon terminaba perdiéndose en las alturas ¿no sería eso bueno?, tal vez solo había sido una interferencia, un error en la interpretación de la información de los Searchmon, o tal vez… Los misiles estallaron, produciendo fuego y humo.
Vera frunció el ceño, deseaba observar con sus propios ojos a qué rayos le habían dado. Necesitaba ver aquello caer al suelo y estrellarse contra las rocas, de preferencia verlo desintegrarse en datos durante su caída. Pero ese deseo se le fue negado, recibiendo una imagen desagradable en su lugar: varias figuras estaban emergiendo de la cortina negruzca dejada por la detonación.
[media]
HoverEspimon se deslizó para colocarse delante suya. Los cañones en su pecho giraron antes de ponerse en posición y acto seguido liberaron sin descanso una ráfaga de disparos. En las alturas, sus perseguidores comenzaron a realizar maniobras evasivas en un intento de sobrepasar el fuego antiaéreo y conseguir llegar a su objetivo.
—¿Qué son esas cosas? —Vera intentaba ajustar su mirada. La luz de las lunas era generosa, pero insuficiente para revelar del todo las formas y colores de esos seres, aunque al acercarse más renunciaban al velo de misterio conseguido por la noche, entregando pequeñas pistas de su verdadera identidad: cuerpos humanoides, alas de energía celeste similar a la irradiada por sus armas, un escudo y una lanza, todos ellos revestidos en la misma armadura atigrada—. ¡Son…!
El primer Vespamon en arribar estrelló su lanza-aguijón contra el Searchmon, el Armor no soltó exclamación alguna de dolor, simplemente se retorció antes de que chorros de información brotaran desde su agrietado exoesqueleto para acto seguidor convertirse en una masa de datos, absorbidos al instante por su agresor. Este levantó su mirada y clavó su atención en ella. Acababa de asignarla como su siguiente víctima.
El Vespamon hizo el ademán de lanzarse a por Vera, pero solo eso consiguió hacer. El Perfect recibió de lleno el choque de una masa en forma de puño que le lanzó fuera del transporte. Ahora a su espalda un colosal robot humanoide de unos tres metros de altura se erguía imponente, con una llamativa armadura azul y roja, su capa negruzca ondeando al viento.
—Gracias Invisimon, pero más vale que empieces a volar o vas a hacer que nuestro chófer termine fatigado.
El robot soltó una risa mientras se impulsaba al aire gracias a los cohetes integrados en sus píes. Ya en el aire extrajo un objeto oculto tras su espalda, le hizo tomar impulso y después lo envió contra el enjambre de Vespamon que aún seguía en camino hacía ellos: el Stealth Wing de Invisimon giró cual boomerang, rebanando en dos a los primeros objetivos alcanzados, sin embargo, los otros reaccionaron pronto y consiguieron apartarse, o bien, colocar sus escudos de energía en posición para neutralizar el impacto. Vera sonrió.
—Eso no les servirá de nada.
Los Vespamon que creyeron haberse salvado del primer ataque fueron embestidos por la espalda cuando el arma de Invisimon dejó de girar y activó sus propios propulsores, cambiando su trayectoria de vuelo, demostrando cierto grado de independencia.
—¡Váyanse de aquí! —Bramó su compañero tras ganar aún más altura y propinar un puñetazo directo a uno de ellos.
Pero los perseguidores hicieron caso omiso al Ultimate. El enjambre se separó con tal de dejar a solo un par de sus integrantes enfrentando a Invisimon, mientras el resto se dirigía hacía vagones en la parte delantera del tren. Vera fue a coger su lector de memorias temiendo un ataque directo contra ella, pero pronto comprendió que el objetivo era otro.
—¡Abi, Gerald, el enemigo intenta escabullirse, saben de la carga!
—¿Pero cómo? —bramó Gerald—. La DS nos aseguró que...
—Al diablo con lo que dijeron, atiende mis ordenes. Ustedes protejan el interior, Invisimon y yo nos encargamos del exterior.
En ese momento frente a Vera aterrizaron varios de los atacantes. Descendiendo uno a uno, cuatro Vespamon formaron una línea, permitiendo que un quinto se posicionara en la retaguardia de la improvisada formación. Y esto era porque aquel Perfect llevaba a alguien en sus brazos, un humano.
Su ropa cubría la mayor parte de su cuerpo, una capucha y una máscara añadían una barrera más al misterio que le rodeaba, pero este último accesorio tenía una peculiaridad llamativa: emitió una serie de luces cuando su portador movió la cabeza y miró directamente a Vera. Las luces, de tono anaranjado, formaban una silueta que bien podría interpretarse de múltiples formas, para su desgracia, sabía a la perfección qué intentaban imitar: un par de alas de mariposa.
—Tú eres…
〘 B4j▮ Mund∘ 〙
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El enmascarado se limitó a levantar la diestra y chasquear los dedos. Esa simple acción instó a los Vespamon a romper su muralla defensiva y lanzarse con las lanzas por delante, listos para empalar a Vera. Una vez más la ofensa hacía su vida sería rechazada por su compañero y su Stealth Wing, destrozando la ofensiva y obligándolos a defenderse.
—Necesitas algo más que unos cuantos Perfects para derrotar al mejor dúo de la HardShelter Company —exclamó Vera con entusiasmo, elevando su mano a la par que un aura blanca la rodeaba—. ¡DigiSoul, charge!
Los Vespamon alzaron sus escudos y se reagruparon para combinarlos formando así una enorme pared de energía, avanzaron directo hacía el coloso de armadura azulada con paso decidido y sus aguijones listos para pasar al ataque. Los ojos de Invisimon irradiaron el mismo tono blanco que el aura de Vera.
—¡Fuera de nuestro camino! —El cyborg cerró sus dedos y pronto desvió la energía de su Tamer hacía su puño recién formado—. ¡Super Rocket Fist!
El embate se dio, el puño del Ultimate chocó contra la barrera de los Perfect: al principio el empate parecía el resultado más evidente del encuentro, fue entonces cuando los patrones hexagonales de los escudos comenzaron a resquebrajarse hasta romperse y dispersarse en una fina nube de partículas. Los abejorros recibieron de lleno la técnica potenciada de Invisimon, los más afortunados fueron reducidos a data al instante, el resto salió proyectados al aire en todas direcciones, uno se estrelló justo al lado de Oberon solo para después rebotar y salir proyectado hacía la nada.
Oberon no demostró reacción alguna y con parsimonia tomó algo de uno de sus bolsillos, ¿un Digivice?, ¿un lector?, la distancia no ayudaba a Vera. Lo que sí identificó fue una carta, misma que deslizó. El Vespamon detrás suyo extendió su lanza: la energía cerúlea se tornó en una violeta, con una extraña neblina del mismo tono supurando de ella.
—¡Cuidado, Invisimon! —alertó al instante a su compañero mediante el headset—, ha usado una carta con ese Vespamon, ¡ese debe ser su compañero!
Apenas la advertencia le llegó, el último Vespamon se lanzó a disminuir la distancia entre él e Invisimon, renunciando a su escudo para blandir su letal aguijón con ambas manos. El mecha se las arregló para esquivar sus veloces y repetidos ataques, consiguiendo una abertura para atrapar la cabeza del caballero abejorro entre sus dedos.
—¡Te tengo! —el símbolo en el pecho del mecha comenzó a irradiar una intensa luz—. ¡¡Ultimate Qu…!!
El Vespamon atrapado abrió la mano, su lanza comenzó a caer al suelo. Un Vespamon que hasta ahora había estado aferrado al costado de Trailmon emergió de su escondite y atrapó el arma a mitad del vuelo. Vera abrió la boca pero el grito de advertencia se deformó en uno de sorpresa: Invisimon se estremeció cuando fue empalado por la espalda.
Su compañero consiguió liberar su técnica impactando primero al enemigo capturado y consiguiendo también alcanzar a su atacante a traición en un intento de huida. Invisimon se giró entonces para tener a linea de tiro a Oberon, sin embargo, comenzó a moverse de manera errática y pronto desactivó su propulsión. El enorme coloso descendió los pocos metros hasta estrellarse contra uno de los contenedores. El sonido del metal quejándose por aquello debió escucharse hasta Metal Empire, el tren se sacudió y amenazó con descarrilarse, pero de alguna forma siguió en movimiento.
—¡Invisimon! —Vera dio la vuelta e hizo el ademán de correr hacía su compañero, recordando entonces que acababa de cometer un error: darle la espalda a su enemigo.
Se giró para encarar a Oberon, pero este seguía en su posición, desaprovechando por completo la oportunidad de exterminarla sin apenas resistencia, ¿por qué? La respuesta se manifestó una vez más en el aire: la imagen del cielo estrellado y la luna de fondo sufrió una ligera distorsión por un instante. Como si un acto de magia se tratase, dos colosales Digimon emergieron de la nada, descartando aquel disfraz que les hizo invisibles en primer lugar y que de otra forma habrían sido vistos incluso a kilómetros a la distancia. Eran dos bases aéreas móviles con forma de abeja, dos Cannonbeemon. Los cañones que llevaban por aguijones comenzaron descender y a reunir energía en sus entrañas.
Vera se estremeció. Pudo ver cómo algo la alcanzaba y la envolvía, el brazo de su compañero, justo antes de que una potente luz se hiciese presente.
El rugido de explosiones y el quejido del metal doblándose aún hacía eco en sus oídos cuando Vera volvió en sí. Todo a su alrededor estaba cubierto por formas retorcidas de metal, polvo y humo. Su primera reacción fue buscar a su alrededor con urgencia, calmándose cuando encontró a Espimon cubierto de hollín e inconsciente a pocos metros de ella. Se llevó la mano al oído, pero como era de esperarse su headset tampoco estaba en su lugar. Hizo el ademán de levantarse, pero un agudo dolor en su pierna izquierda le hizo reconsiderarlo, probablemente estaba rota.
Un nuevo rechinido de metal le hizo sobresaltarse y mirar con preocupación a su alrededor, temiendo que algún vagón fuese a caerles encima. Y aunque, en efecto, la fuente del sonido era uno de estos, la razón era distinta a la que se imaginó en un primer instante. Vera quedó petrificada al ver cómo uno de los carros era elevado a los cielos gracias al trabajo en conjunto de los dos Cannonbeemon. Una silueta se encontraba en el borde del transporte, mirándola fijamente desde ahí. Las luces en la máscara de Oberon centellaron una última vez, antes de perderse entre las nubes de humo.
—¡¡Vera, Vera!! —Escuchó una voz abriéndose paso por algún sitio.
—¡Estoy aquí, Abi!
—Dioses, ¿¡estás bien!?
Se tiró en el piso y estiró su mano para acariciar a su compañero. Suspiró con resignación.
—Esto me llevo por hacer tiempo extra…
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